La división anatómica más conocida popularmente de la piel incluye a la epidermis, la dermis y el tejido subcutáneo. A veces también se diferencia el espacio donde se encuentran la epidermis y la dermis denominándose éste como unión dermo-epidérmica. La piel también se divide en cutis, corium y dermis; o también en capas papilar y reticular. La misma pesa de 2,5 a 4,5 kg y su superficie puede incluso sobrepasar los dos metros cuadrados.
Algo similar sucede con la epidermis. Se habla de cuatro, e incluso de seis, de sus estratos incluyéndose entre ellos el estrato lúcido (entre el córneo y el granuloso)…
Las células que conforman la epidermis son en un 90% los queratinocitos. Su función es defender al organismo de intrusos (para lo cual cuentan también con la ayuda de las células de Langerhans). Los queratinocitos producen un colágeno de nivel inferior en el estrato basal (germinativo). Las citocinas producidas en los queratinocitos estimulan a su vez a los fibroblastos a producir un colágeno de nivel superior. Los queratinocitos se van debilitando como células vivas en los estratos siguientes. En el estrato córneo se endurecen totalmente. En el estrato espinoso, que constituye cerca de la mitad de la epidermis, no se juntan y conservan toda su vitalidad pero sin la posibilidad de multiplicarse (mitosis). En el estrato granuloso los queratinocitos están totalmente aplastados y forman de entre una a cuatro filas de queratina aglutinada.
Un estrato córneo sano constituye una barrera física ideal que protege al organismo tanto de golpes como de la acción de productos químicos, de bacterias, hongos, de virus, de microorganismos y de los productos que resultan de su metabolismo. Por otra parte, también se ocupa de retener el agua. ¡Si retirásemos del todo el estrato córneo el cuerpo podría perder hasta 20 litros de agua al día!
Sin embargo, el estrato córneo no es tan impermeable como se pensaba hasta no hace mucho. Presenta espacios fisiológicos naturales indispensables para permitir el intercambio del aire —el 5% de la respiración tiene lugar a través de la piel—, de líquidos, y de sustancias tales como yodo, arsénico, sulfuro de hidrógeno, estrógenos, ichtiol, y también, desafortunadamente, de alérgenos (algunos tan grandes como los metales pesados). Así pues, permite el paso de agua, grasas, ácidos, liposomas y, desde luego, de los productos que resultan de la descomposición de las proteínas como, por ej., el colágeno que no ha sido producido por el propio organismo (al que nos referiremos en lo adelante como externo). Sin embargo, es cierto, y ésta es la causa de muchos malentendidos con respecto a la transdermalidad del colágeno externo, que prácticamente ninguna sustancia no gaseosa puede llegar hasta el interior de las células córneas. La absorción tiene lugar casi exclusivamente en el espacio extracelular a lo largo de las fibras de queratinocitos. Además, toda la cosmética natural se debate en el dilema de cómo llegar más allá del estrato córneo sin renunciar a las funciones protectoras de éste. La exfoliación, o peeling, de limpieza (mecánica) o la de relajación (química) del estrato córneo facilitan desde luego sustancialmente esa tarea.
Detrás de la epidermis se encuentra la dermis. Su capa exterior esta compuesta fundamentalmente por colágeno, y también por elastina por el tejido conectivo laxo y por cuerpos papilares.
Funciones pasivas de la piel:
Protección ante el frio, el calor, la radiación
Protección ante la presión, golpes, frotamientos
Protección ante la acción de sustancias químicas
Protección ante la penetración de microorganismos, fundamentalmente mediante la formación de una capa de lípidos
Funciones activas de la piel:
Protección ante los organismos que han penetrado la epidermis
Absorbción de determinadas sustancias activas
Expulsión del sudor, refrigeración. Formación de la capa de lípidos conjuntamente con las glándulas sebáceas
Regulación de la circulación de la sangre y termoregulación, mediante la irrigación sanguínea
Órganos de los sentidos que capta los estímulos del tacto, las vibraciones, el dolor y la temperatura
Otras funciones de la piel humana
En el aspecto que pueda presentar la piel influyen: el color, el relieve, la elasticidad, la tensión, la humedad y la lubricación. El aspecto de la piel se puede evaluar subjetivamente o con la ayuda de aparatos tales como: la lámpara foto terapéutica, el diascopio, el evaporímetro, el corneómetro, el profilómetro, el sebúmetro… Y también mediante el uso de un rodillo, de una impresión de silicona, de un análisis fotométrico, un análisis cronométrico (llamado también método de Doppler), el ultrasonido o un microscopio
Los adelantos que han tenido lugar últimamente en el campo de la diagnóstica de la dermatología y la industria de cosméticos han permitido determinar que el proceso de autopeeling (cambio total y automático del estrato granuloso de la epidermis) demora cerca de 20 días en los adolescentes y entre 28 y 30 días en las personas de entre 25 y 30 años; sin embargo, en la medida que se va degradando el colágeno con la vejez, este proceso puede demorar hasta 70 días.
La causa fundamental del envejecimiento y del arrugamiento de la piel es la degradación (disminución) de colágeno. No significa esto, sin embargo, que el colágeno desaparezca de pronto de nuestra piel. Lo que sucede, más exactamente hablando, es que desaparece la sustancia gelosa que llena el espacio entre las fibras en el tejido conectivo. Este cambio lo produce el estado de las fibras de colágeno que, con el tiempo, pierden su consistencia. Los procesos de degradación del colágeno en la piel, donde éste representa el 70% de todas las proteínas, tienen lugar de una forma algo diferente que en otros órganos. La producción de las cadenas polipeptídicas de fibroblastos, que más tarde se tuercen formando las hélices y, por último, las fibras, disminuye a un ritmo de 1% al año entre los 27 y los 30 años de vida.
Un problema mucho más substancial lo constituye el fallo en el servicio de colágeno. Tiene lugar lo que se conoce como entrelazamiento del colágeno, es decir, la formación de trenzas transversales; lo que provoca que éste sea más rígido y frágil. Con la ayuda del microscopio se puede observar cómo las fibras de colágeno disminuyen en número y, concretamente, en su nivel de organización y densidad. La causa está, desde luego, en la disminución de la actividad de los fibroblastos, que producen también elastina; una proteína emparentada con el colágeno —constituyen del 3 al 5% de las proteínas de la piel—. Las flexibles fibras de elastina, que bajo el microscopio parecen cintas elásticas y dúctiles y son las responsables, entre otras cosas, de la capacidad de la piel de volver a su estado original después de estirarse o encogerse, ahora se vuelven ásperas, más compactas y menos elásticas.
Si a esto añadimos la disminución en número y el aumento de la rigidez de las fibras de colágeno, y la disminución de la mitosis de los queratinocitos (que va unida al avance del caos en el estrato basal da la epidermis) nos vemos pues inmersos ante todo un complicado proceso de arrugamiento de la piel.
Este proceso está programado genéticamente. Pero al colágeno de la piel se le puede ayudar si no nos exponemos al sol y no deshidratamos nuestro organismo, si no fumamos tabaco y si nos alimentamos correctamente. De esta manera, por mencionar sólo algunas da las cosas que se pueden hacer, se retarda la aparición en la piel de células grasas. Algunos dermatólogos aconsejan además hacer ejercicios gimnásticos, tomar masajes faciales y dormir boca arriba. A los fibroblastos y a los queratinocitos también se les puede ayudar suministrándole a la piel colágeno desde el exterior y desde el interior, y también mediante el uso de cremas protectoras acordes a la edad y al tipo de piel, escamando la epidermis, cuidando de la nutrición y de la humedad de los tejidos y manteniendo un nivel adecuado de vitaminas C, E y A en el organismo.