La piel es el órgano más extenso y complejo del cuerpo humano, al que cubre en su totalidad. Seguro que no sabes su importancia exacta. Hoy toca lección de anatomía.
Su superficie total varía de unos 2.500 cm2 al nacer a unos 1,5 m2-1,8 m2 en adultos. Su peso total (epidermis, dermis, subcutis) es de unos 4,8 Kg en hombres y 3,2 Kg en mujeres, y representa aproximadamente un 7% del peso corporal.
La piel tiene unas funciones esenciales para el organismo tales como:
Función protectora frente agentes externos (bacterias, radiación UV…)
Control de la pérdida de fluidos y sales internas
Funciones sensoriales
Funciones excretoras de glándulas sebáceas y sudoríparas
Termorregulación (evaporación/aislamiento)
Función endocrina (síntesis de vitamina D, feromonas)
La piel de la cara es el órgano que nos protege frente a los agentes externos y es, sobre todo, un órgano de expresión emocional que sufre modificaciones según los distintos estados de ánimo: palidece, enrojece, se mustia, se abrillanta, etc.
Su estructura y características, tales como el grosor, color o textura, son diferentes en las distintas partes del cuerpo. La piel con mayor grosor se encuentra en la planta de los pies y en las manos. El color de la piel se debe principalmente a la melanina y a la micro-circulación sanguínea subcutánea. Una piel sana debe estar compuesta por un mínimo del 13% de agua, pudiendo perder hasta 10 litros de agua al día.
La piel está compuesta por tres capas que desempeñan distintas funciones:
Epidermis: se trata de la capa más superficial y se encuentra en contacto con el exterior. La epidermis genera las nuevas células que renuevan la capa más externa, llamada estrato córneo, de la que gradualmente se van desprendiendo células muertas de forma natural. En la parte más profunda de la epidermis se encuentran los melanocitos, que son las células responsables de sintetizar la melanina, una sustancia que protege la piel de los rayos ultravioletas solares.
Dermis: es la capa intermedia en la que se encuentra el tejido conjuntivo, los vasos sanguíneos, los nervios. También se encuentran en esta capa los folículos pilosos, las glándulas sebáceas y las sudoríparas. Además, encontramos materiales estructurales (colágeno 75%, elastina 3%, reticulina 0,5%), que aportan flexibilidad y elasticidad a la piel; y no estructurales, como los hidratos de carbono, las proteínas y los lípidos.
Hipodermis: es el tejido subcutáneo, la capa interna y más profunda de la piel y varía de contenido según la zona del cuerpo. En general está compuesta por tejido adiposo (grasa), que ayuda a mantener la temperatura corporal y a proteger la piel frente a los impactos físicos. El tejido subcutáneo contiene los sensores responsables de detectar la aceleración y vibración.
Hay dos clasificaciones por tipos de cutis:
Según su balance de graso a seco. La cara tiene partes grasas (frente, nariz y barbilla) y partes secas (hacia la oreja y mejillas). Partiendo de la base que, por esta razón, la piel siempre es mixta, existen una serie de pautas para conocer el tipo de piel:
Normal: También llamado “ideal” por su textura fina, suave y su buen color. Es un tipo de piel escaso.
Graso: Excesiva producción de sebo, poros grandes, brillo y pocas arrugas.
Seco: Poco hidratada, con descamación y aspecto apagado. En ella las arrugas aparecen pronto.
Sensible: Piel irritable a muchos factores externos (cambios climáticos, cosméticos, etc.).
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Según su fototipo, un hecho esencial a tener en cuenta, ya que uno de los factores más importantes en el envejecimiento es la capacidad del cutis de contrarrestar las radiaciones solares. Las variantes de fototipos cutáneos son:
Fototipo I: El de aquellas personas de piel muy blanca, pelirrojos, con ojos claros y pecosos. Su piel se quema con intensidad a la exposición solar. Casi no se pigmenta nunca y descama de forma ostensible.
Fototipo II: El de las personas de piel blanca, con ojos claros y rubios. La piel se quema con facilidad y de manera intensa y pigmenta ligeramente.
Fototipo III: El de quienes tienen piel blanca, pelo castaño y ojos claros. Típica de las razas caucásicas (europeas) que no están expuestas al sol habitualmente. Este tipo de piel se quema moderadamente al exponerse al sol y se pigmenta de manera correcta.
Fototipo IV: El de personas con piel morena o ligeramente amarronada, con pelo y ojos oscuros. Son los pertenecientes a la zona mediterránea, los mongoles y los orientales. Se queman muy poco y pigmentan con facilidad y
rápidamente al exponerse al sol.
Fototipo V: Este fototipo lo tienen quienes tienen la piel amarronada como los amerindios, los indostánicos, los árabes o los hispanos. Éstos casi nunca se queman y pigmentan con intensidad y de manera rápida.
Fototipo VI: Es el de la raza negra, que es menos propensa a quemarse y pigmenta intensamente.
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