Por eso ha invertido tiempo y dinero en fabricar medicamentos para combatirlos, aunque a costa de inhibir algunos de los mecanismos de respuesta naturales del organismo, lo que puede ser perjudicial para la salud.
El hecho de que el paciente vea calmado su dolor durante unas horas por haberse tomado medicamentos anti-inflamatorios no supone un triunfo a largo plazo, ya que si no se tienen en cuenta los factores que han originado la inflamación, la dolencia puede convertirse en un padecimiento crónico, en lugar de fomentar la propia curación.
La inflamación y el dolor crónicos pueden ser debidos a una mala circulación, oxigenación y nutrición de los tejidos, o a una eliminación inadecuada de sustancias de desecho desde la célula al espacio extra-celular, y de éste al sistema vascular hasta el aparato urinario. Si tratamos la inflamación y el dolor con terapias naturales, ayudaremos el organismo a curarse por sí mismo. En este proceso, la alimentación juega un papel muy importante, sobre todo en la prevención.
La alimentación moderna es la causa principal de muchas de las inflamaciones crónicas que padece la población:
En general, el consumo de calorías es demasiado alto, sobrepasando las recomendadas.
Hay una ingesta excesiva de productos de origen animal, ricos en grasas y proteínas.
Los hidratos de carbono son ingeridos de manera insuficiente, y en formas demasiado refinadas.
La fibra es ingerida en cantidades muy inferiores a lo que sería aconsejable.
En algunos grupos poblacionales hay carencias en la ingesta de vitaminas A, C y del grupo B, y de minerales como calcio y zinc.
Es muy habitual entre mujeres en edad fértil tener niveles bajos de hierro.
El consumo de alcohol, a nivel general, es demasiado elevado.
Hay tendencia a consumir un exceso de sal.
Una adecuada alimentación en la fibromialgia repercute en la mejora a medio y largo plazo de los procesos inflamatorios crónicos:
Evitar la leche de origen animal y sus derivados (excepto yogures).
Consumir los cereales y derivados en sus formas integrales.
Eliminar los azúcares y dulces, y el exceso de sal.
Dar preferencia a las carnes magras.
Comer legumbres, frutos secos y pescado azul al menos dos veces a la semana.
No freír ni cocinar por encima de 80ºC la carne, el pescado y el marisco.
Seguir una alimentación rica en alimentos vegetales crudos.
Utilizar aceites vírgenes de primera presión en frío.
Consumir siempre que sea posible alimentos de origen local y ecológico.
Evitar los alimentos procesados??, envasados ??y enlatados.
Beber suficiente agua como para que la orina sea clara.
Evitar el consumo de café, alcohol y tabaco.
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