La primera de todas ellas es este precioso rojo de Deborah Milano, lanzado especialmente para la ocasión. Si os quedáis, os cuento si merece la pena haceros con él o pedírselo a los Reyes...
Hace unas cuantas semanas os enseñaba por Facebook el paquete que había recibido de la firma italiana Deborah Milano, con quien, como sabéis, colaboro cuando sacan alguna colección para uñas. De todos los esmaltes que tienen, sin duda mi colección favorita es la Prêt à porter que aquí veis.
¿Que por qué me gustan tanto? Porque la cantidad que traen es más que suficiente para que no se espese hasta que terminemos el frasco (4,5 ml) y tienen un precio razonable (4â?¬) para cuando queramos darnos un caprichito.
Pese a ser un esmalte con purpurina, resulta sencillo desmaquillarlo; sólo tendremos que frotar un poco más que de costumbre con el algodón impregnado en quitaesmaltes. Asimismo, el color que tiene es sencillamente perfecto: cubre con una sola capa, aunque prefiero dar dos siempre. Además, la purpurina es tan fina que crea un efecto jelly que le da a la manicura una profundidad increíble.
Como única pega tendría que hablaros de su duración; al contrario que los Prêt à porter que os enseñé este vernao, cuya duración fue excepcional, en este caso las puntas empezaron a saltar a los tres días. No obstante, es un periodo relativamente aceptable si hacemos comparativa con su precio.
Me parecía que el color era tan sumamente bonito que no merecía la pena hacer ningún nail art que lo ocultara. Así pues, decidí recurrir a una técnica que se llama "space negative", que consiste en dejar "al descubierto" zonas de las uñas, con ayuda de guías, celo, adhesivos, etc. Yo utilicé unas plantillas en forma de chevron de Whats Up nails (aquí os conté de qué va el tema).
La verdad es que no puedo estar más contenta con el resultado. Me parece que le da un aire estilizado a las uñas, a la par que sofisticado y elegante. Y como siempre: es muy sencillo de hacer.