Antes que todo, debemos explicar cómo hacer una dieta antioxidante. Sin embargo, para ello, debemos abarcar el tema de la oxidación: es un proceso químico que tiene lugar continuamente en nuestro organismo. Se trata de una reacción en la que un primer componente cede electrones, hidrógeno y energía a un segundo componente. Sus resultados son visibles para todos, cuando, por ejemplo, pelamos una manzana y la dejamos fuera durante un rato. Podemos observar cómo adquiere un color marrón y se estropea. Este fenómeno se produce en el cuerpo humano constantemente, aunque no se pueda apreciar claramente, y tiene relación con procesos naturales como el envejecimiento de la piel o los órganos y enfermedades graves como el cáncer.
Los responsables son un grupo de elementos llamados radicales libres, entre los que se encuentra la molécula de oxígeno cuando se separa de su pareja (O2, O). Los radicales libres son moléculas altamente reactivas ya que les falta un electrón en su composición y se desplazan por el organismo buscándolo, arrebatándoselo a otros y creando situaciones caóticas de "lucha" entre elementos.
¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Afortunadamente tenemos muchísimos antioxidantes a nuestra disposición que provienen de los alimentos. Éstos neutralizan la acción de los radicales libres, evitando su necesidad de "robar" y "alborotar" el organismo, y nos protegen de la oxidación y el desgaste. Por ejemplo, hacer deporte y evitar el tabaco y las bebidas alcohólicas son una gran ayuda contra el envejecimiento prematuro.
¿Cuáles son los alimentos antioxidantes?
Existen multitud de productos ricos en sustancias antioxidantes y protectores contra el cáncer. Primero vamos a ver cuáles son estas sustancias tan beneficiosas. Las vitaminas son los elementos antioxidantes por excelencia, sobretodo las vitaminas A, C y E. Pero también tienen importancia los minerales como el zinc y muy especialmente el selenio. Los polifenoles y, dentro de éstos, los flavonoides, son poderosos antioxidantes. Los flavonides no son más que los colorantes de los vegetales, por lo que podemos adivinarlos en las más vistosas frutas y verduras.
La vitamina C se encuentra en todas las frutas y verduras frescas en grandes cantidades, con una mayor concentración en los cítricos. Es una gran defensa contra las sustancias nocivas del tabaco. La vitamina E está estrechamente relacionada con la presencia de grasas insaturadas, por lo que los aceites vegetales, especialmente de oliva y girasol, son muy ricos en esta sustancia. También la contienen en grandes cantidades los frutos secos y algunos cereales como el trigo y el maíz y, entre las frutas, destaca por su gran contenido el melón. Esta vitamina nos protege además de enfermedades cardiovasculares.
La vitamina A la encontramos en productos animales y vegetales. Entre los animales destacan por su contenido el pescado (sobre todo el azul), la leche y todos sus derivados enteros, es decir, conservando su nata, que es donde se encuentra disuelta la vitamina. En los productos vegetales la localizamos por el nombre de carotenos. Es muy fácil distinguir los vegetales que los contienen ya que destacan por sus colores vivos anaranjados. Así, serán ricos en vitamina A las zanahorias, la calabaza, el albaricoque y los orejones, el tomate, la papaya, el mango?y además el melón y el maíz. La acción de la vitamina A tiene lugar principalmente sobre la piel y los tejidos que se encuentran en contacto con el exterior, como agente vitalizante y reforzante de éstos.
El selenio es un micromineral que previene las reacciones excesivas de oxidación, por lo que retrasa el envejecimiento celular y protege contra el cáncer. Su acción se relaciona con la actividad de la vitamina E. Existen estudios que demuestran que en zonas de carencia de selenio en el suelo aparecen cardiopatías y algunos tipos de cáncer. Se encuentra en carnes, hígado, riñón, productos de mar, lácteos, cereales integrales y verduras, en este caso, dependiendo del suelo en el que se hayan cultivado.
El té verde
Además de todos estos alimentos es imprescindible hacer mención a una bebida; el té verde. Este brebaje se lleva disfrutando desde hace 5.000 años en las culturas orientales. Es portador de polifenoles, bioflavonoides y de vitaminas A, C y E. Por lo que estamos ante un potentísimo producto antioxidante y anticancerígeno.
Numerosos estudios demuestran su eficacia. Pero no son éstas sus únicas propiedades; el té verde además potencia la inmunidad, previene las enfermedades cardíacas, reduce la grasa del cuerpo, protege de bacterias y virus dañinos y ayuda a regular el nivel de colesterol. Todo esto, sumado a su efecto reconfortante, lo convierte en una humeante taza de medicina natural.
Una dieta para no oxidarse
Obtener los nutrientes necesarios para mantener nuestro organismo joven y protegido es fácil siempre que llevemos una alimentación variada y rica en frutas y verduras frescas. Te proponemos algunas ideas para introducir en tu dieta importantes alimentos antioxidantes y, por tanto, protectores y regeneradores:- Las sopas y purés de zanahoria y calabaza son una gran fuente de betacarotenos y vitamina A.
- El pescado azul y los productos de mar son imprescindibles un par de veces a la semana para obtener las cantidades de selenio y vitamina A necesarias.
- Frutas y ensaladas en cada comida son las mejores aliadas de la juventud y la salud. Es importante introducir en las ensaladas zanahorias, tomates y maíz.
- El aceite de oliva virgen va a garantizar el buen estado de las grasas de nuestro organismo. Podemos y debemos tomarlo todos los días, añadiéndolo, por ejemplo, a las ensaladas o purés.
- Y con un par de tazas de té verde al día aseguramos la derrota de los radicales libres.
Fuentes: Antioxidantes.com; Uned.com; Zonadiet.com.
ROSELLÓ Mª José; TORREIGLESIAS Manuel; Comida sana. Plaza Janés.
TAYLOR Nadine; El té verde. Ediciones Obelisco.