Además, Anahí nos explica: "Al que es hoy mi marido, le conocí en el penúltimo año de la carrera durante el famoso intercambio Erasmus. No hacía ni una semana que estaba en Milán y ahí apareció él. Estábamos en una exposición de arte y no sé cómo, nos quedamos prendados el uno del otro. Desde entonces, y hasta que me pidió que me casara con él, pasaron cuatro años de idas y venidas porque, a pesar de la distancia, al final siempre nos encontrábamos en alguna parte del mundo."
Organizaron una ceremonia con mezcla de tradiciones españolas e italianas, fue en la Chiesa di San Michele al Pozzo Bianco, en Città Alta (el casco antiguo), un lugar con historia secular, hermosos frescos y pequeño tamaño que siempre ha fascinado a la pareja.
"Antes de llegar a la Iglesia con mi padre, que para mi fue uno de los momentos que recuerdo con más cariño, el mejor amigo del novio vino a entregarme el ramo subido en su recién restaurado Fiat Topolino en el lugar donde nos alojábamos. El ramo de novia es el último regalo que realiza el novio a su prometida justo antes de la boda, y por protocolo, se lo da a su mensajero para que le diga a ella que él le está esperando, una tradición española que por desgracia ya casi se ha perdido", nos cuenta Anahí.
El banquete fue en el Castello di Marne, una fortaleza situada en una colina entre dos ríos. El menú se caracterizó por la abundancia de antipasti, risottos y un largo etcétera, además de unos postres deliciosos.
En cuanto a los detalles de la novia, Anahí no tenía ninguna idea en concreto sobre cómo quería el vestido. Su cuñada, que la conoce bien, le recomendó Pol Núñez. Tras ver alguno que otro, se probó EL vestido, con el que se vio totalmente reflejada. Además, a partir de una mantilla antigua consiguieron un resultado mezcla entre bohemio y romántico? Decidió poner el toque de color al look con unos zapatos rojos.
El anillo de compromiso era de la bisabuela del padre de Gabriele, una joya con historia. También llevaba la pulsera de pedida de su madre y envuelto en el ramo, llevó el rosario de cristal de su abuela paraguaya, con el que todas se han casado. Los pendientes eran de Yanes, como la perla y los gemelos que él llevaba, que fue su regalo de pedida a él.
El traje de él lo confeccionó un amigo de Anahí de la universidad, en su atelier de moda en Milán, Gianluca Saitto.
Las damitas de honor fueron las sobrinas de Anahí, que llevaron un traje hecho a medida en un taller. Las coronitas de flores y las alpargatas fueron obra de la madre de la novia, una artista!!!
Sobre los detalles de la boda, los centros de mesa eran pequeños lienzos de arpillera que pintó Anahí, que es una gran artista (podéis ver su obra en su web www.anahirodriguez.com) con ciudades en las que habíamos estado. Todos y cada uno de los invitados tenían un recuerdo escrito por los novios y proyectaron un vídeo en honor a los que estaban ahí y a los que no pudieron venir.
Además,Gabriele dedicó a la novia junto al grupo de jazz una canción de Stevie Wonder con él tocando el saxofón y ni corta ni perezosa, ella decidió en ese momento bailarle una rumba.
Anahí nos explica: "Tuvimos tiempo de preparar la boda con calma y llenarla de pequeños detalles que según mi hermana, llevaban mi ?mano?. Mi querido me dio vía libre para hacer lo que quisiese y como la artista soy yo? Fue una boda entrañable y divertida. La verdad es que disfrutamos muchísimo, nos lo pasamos pipa. Para sorpresa de todos, nos preparamos como primer baile el famoso ?Por una cabeza? de Gardel, y después de eso, ya no paramos. Los italianos se enamoraron de las españolas (marcando tendencia con Los Tocados de Chun) y con máscaras venecianas, monteras y bigotes se pasó la noche volando. Ivan Ghilardi se encargó de captar todos los momentos para el recuerdo".
"Desde la distancia y pasado el tiempo, nos damos cuenta que lo más bonito de ese día fue poder compartirlo con nuestros familiares y amigos más cercanos, que vinieron de distintas partes del mundo para darnos su cariño y celebrar con nosotros ese paso tan importante en nuestras vidas."