Pero la historia de amor de esta pareja comenzó hace dos años, cuando les presentaron unos amigos en común. Una historia preciosa que nos cuenta Irene en primera persona:
"Yo tenía 21 años y todavía no había tenido ningún novio, ni ligue, ni nada... tenía una vida completamente casera, tranquila, hacía siempre plan de amigas... De hecho, siempre decía que nunca me quería casar, que quería estar soltera, trabajar a mi aire y ser independiente...? Irene tiene unos ideales muy firmes y estaba convencida de que iba a ser difícil encontrar a un chico que los comprendiera y menos los compartiera: ?soy creyente, estoy abierta a la vida, abierta a tener los hijos que vengan? nos cuenta. ?Pero, me equivoqué de lleno. Alejandro me llamó a los dos días de conocernos (al parecer pidió mi teléfono sin que me diera cuenta) y fuimos quedando... Cada vez me desconcertaba más!!! Por Alejandro desde el primer día sentí muchísima admiración, y, por supuesto, todavía la sigo sintiendo.? Y quedaron y quedaron hasta que Alejandro pidió matrimonio a Irene al año y medio de conocerse, en lo alto de una roca donde las olas del mar rompían con fuerza en una cala de la Isla de Ibiza. Alejandro eligió para el momento las 6 de la tarde, justo en plena puesta de sol... Se puso de rodillas y sacó el anillo. ¡Una escena de película! Tanto, que Irene estuvo en shock durante segundos, eso sí, con una sonrisa en la cara pero sin pronunciar palabra. La reacción fue un fuerte abrazo y un gran SÍ!!!
El anillo de pedida fue un zafiro con brillantes, igual que el de Lady Di, "el anillo más bonito que he visto nunca", nos cuenta Irene.
La boda la prepararon en cinco meses:
"¡No sería capaz de estar un año con todos los preparativos!", confiesa la novia.
El vestido elegido lo firma Navascués. "Siempre quise ir de Novia, no quería que fuera recto". Para ello, eligió tela de cloqué en la falda y crepé en la parte de arriba, todo bordado con unas flores color más tostado para ir a juego con la mantilla, la misma que llevó la abuela de Irene en su boda. Para no estropearla iba incrustada en tul, un detalle tan original como bonito. El toque lo puso con un tocado impresionante, también de Navascués.
Para las sandalias, Irene confió en Carolina Herrera, y para el maquillaje y peinado de novia en María de Bajobé.
En cuanto a joyas, destacan los pendientes de brillantes con oro blanco de Aldao. El ramo, de Olympia y yo, fue un diseño de ella misma con rosa blanca, su flor favorita. Además, se encargaron de las flores de la iglesia, preciosas composiciones de margaritas, hortensias y paniculata.
Pero lo mejor es que veais las fotos y juzguéis por vosotros mismos lo bonita que fue la boda de Irene y Alejandro.
¡Mucho amor y felicidad para esta pareja!!!