Las grasas buenas siempre han sido muy necesarias para poder estar sanos pero en el caso de hacer dieta cetogénica conviene prestarlas todavía un interés más especial.
Estamos hablando de las mejores fuentes de energía que tenemos y va a ser muy necesaria ya que en esta dieta se priva en gran medida el consumo de carbohidratos.
Las grasas actúan en muchos procesos bioquímicos y se encuentran en las estructuras de las membranas celulares y tienen una importancia tremenda en la dieta.
Solemos oír en los medios que las grasas son malas y tímidamente nos dicen que la grasa del pescado es buena, que el aceite de oliva es bueno, en fin, cosas tan evidentes que no podrían de ninguna forma ocultárnoslas, pero realmente no en los medios no nos hablan realmente de la importancia que tiene consumir una buena cantidad de grasa saludable a lo largo de nuestra vida.
De lo que no hay duda es de que se ha encasillado el concepto de grasa en el mismo lugar que los hidratos de carbono y como suele suceder ni el bueno es tan bueno ni el malo es tan malo. Encontramos carbohidratos malos pero también buenos y con la grasa sucede lo mismo.
Las grasas saludables y especialmente en la dieta cetogénica son nuestras mejores aliadas para reforzar nuestras defensas y solo hay que evitar las grasas malas, que vienen a ser las grasas saturadas y procesadas químicamente. Esas sí son las realmente peligrosas y las que además pueden hacer que no perdamos el peso que deberíamos cuando hacemos dieta cetogénica o cualquier otro régimen para bajar de peso.
¿Cuáles son las grasas que tengo que comer?
Las grasas que principalmente debemos de comer son las mono-insaturadas y las poliinsaturadas del tipo Omega 3, pero también es necesaria una pequeña parte de grasa saturada.
Las grasas mono-insaturadas: Presentes en el aceite de oliva, frutos secos como las nueces, almendras o avellanas, los aguacates, el aceite de maíz, los cacahuetes o las aceitunas negras.
Las grasas poliinsaturadas tipo Omega 3: Las encontramos por ejemplo en las algas y los pescados (preferible que no sean de piscifactoría para que conserven sus cualidades en su puro estado natural), las semillas de lino y de salvia, en las espinacas, la soja o el aceite de germen de trigo y el de avellana.
Las grasas saturadas: Se deben comer en los huevos, los quesos, el aceite de coco y en menos medida en las carnes.
¿Y cuáles tenemos que evitar a toda consta?
Las grasas cargadas con Omega 6: No es bueno consumir aceite de girasol ni frutos secos en exceso como nueces, solo una pequeña cantidad.
Las grasas transgénicas: Son las grasas modificadas genéticamente y procesadas y están presentes en la mayoría de los alimentos procesados. El rey de este tipo de grasas es la comida rápida (sirven para abaratar los costes de producción) pero aparte, básicamente la mayoría de los alimentos que están en una estantería en un centro comercial llevará mínimo algún tipo de grasa transgénica. Sus efectos no solo harán que no perdamos peso, sino que son realmente dañinas para la salud.