Primero que todo me gustaría aclarar que Whole30 para mí no es una “dieta”, en el sentido de “ahora estoy regorda, pero me voy a poner por un período determinado una serie de reglas restrictivas para privarme y sacrificarme, postergando mi felicidad hasta el mágico momento en que la dieta termine y mi cuerpo haya cambiado tanto su forma que mi vida será diferente y viviré entre arcoiris y unicornios”.
Si bien Whole30 es:
– Una forma de comer con reglas restrictivas (ni granos, ni lácteos, ni azúcares, etc.)
– por un período determinado (30 días)
Tengo muy claro que:
– me importa un pepino si al terminar los 30 días he adelgazado o no
– mi felicidad no depende de mis kilos ni de mi talla
– no me estoy torturando ni deprivando, sino que estoy comiendo bien, y no me faltan ni proteínas, ni grasas ni carbohidratos.
Esto me gustaría dejarlo bien claro: me importa muchísimo alimentarme bien, y un plato de comida con carne/pollo/pescado, patatas y dos vegetales es lo que mi abuela nos servía para comer, y no le llamabamos “Whole30“. Así que estas reglas por 30 días no me parecen nada terribles.
Si quieres saber más sobre Whole30, este es el website oficial en inglés, y aquí vas al archivo pdf con las reglas de Whole30 en Español.
En cuanto a mi motivación para hacer Whole30 por 30 días, te cuento que:
1) Desde hace bastante tiempo estoy considerando consumir solamente ingredientes naturales: es decir todo lo que camina, nada o creció de una planta. Que lo que venga en frasco, lata, tetrabrick o paquete sea la minoría, y en esos casos que los ingredientes de la lista o caminen, o naden o hayan crecido de una planta. Si no lo puedo pronunciar, si no sé lo que es: ¡no lo como! Por ejemplo “ácido ascórbico”, o peor, los colorantes, conservantes, estabilizantes que en Europa ni siquiera son nombrados y en cambio te ponen el código. ¿Sabes qué comes con E495? Sorbitan Mono Palmitate. Sea lo que sea, no me apetece.
Claro que comer “comida de verdad” requiere planear y cocinar, para que cuando te agarre con hambre la hora de comer tengas todo listo, y bien caserito, en vez de abrir una bolsa de patatitas fritas, meter en el microondas una paquete plástico con comida procesada, o entrar a cualquier restaurante chatarra.
Lo que me gusta de Whole30 es el desafío de tener que cocinarlo todo. Totalmente congruente con mi intención de 2017 de Crear Espacio Sagrado, tratando mi cuerpo como Espacio Sagrado y no metiéndole cualquier cosa, he descubierto que hacer mi propia mayonesa y mi propio caldo para sopa es mucho más simple de lo que creía.
Siento que me estoy dando prioridad y el más exquisito autocuidado cuando planeo lo que tengo ganas de comer, voy al supermercado, compro los ingredientes y lo cocino todo con mucho amor. Y esto no debería ser un reto de 30 días, esto deberia ser mi estilo de vida para siempre.
2) Una preocupacion mia recurrente durante los últimos meses del año pasado, cuando debo admitir que estuve comiendo sin ley ni orden (léase, atracones descontrolados), ha sido mi falta de foco y energía. No es necesario ser médico o nutricionista, ni conocer el índice glucémico, para experimentar en la vida diaria cómo algunos alimentos nos dejan después de comer letárgicas y somnolientas.
Esos mismos alimentos (típicamente harinas blancas y azúcares refinados), además de dejarnos en un estado de sopor que nos impide concentrarnos, al pasar un rato nos dan de nuevo ganas desesperantes de comer otra vez. Y no una manzanita… cuando nos dan ganas de comer de nuevo, se nos antoja otra vez harinas y azúcares, ¿lo has notado?
Ya me cansé de esta montaña rusa de comer, sufrir el bajón de cansancio seguido por un subidón de antojo desesperado. Planear comer siempre un buen plato de comida casera, natural, de carnes y verduras, me está haciendo sentir mucho mejor, con mi energía más estable y sin antojos ni atracones.
3) Lo que más me interesa de estos 30 días es que puedo llegar a descubrir si tengo alguna intelorancia a algún alimento. Tal vez la tenga al glúten, o los lácteos, y no lo haya descubierto antes: esta será mi oportunidad.
Creo en nuestro poder personal para experimentar de manera responsable y descubrir qué le hace bien a nuestro cuerpo. Cada cuerpo es diferente, si bien hay ciertos principios generalmente aceptados, no creo que haya ningún consejo o recomendación que aplique al 100% de las mujeres.
Como comentaba en mi post De los Atracones a la Alimentacion Saludable, me gusta jugar a Dora la Exploradora y volverme una investigadora de mi propio bienestar.
En este caso, al final de Whole30 no es que voy a ir como loca a clavarme un platazo de fetuccini Alfredo rebosante de crema y queso, sino que voy a planear cómo introducir de manera controlada los alimentos suspendidos durante estos 30 días, y prestar atención a las señales de mi cuerpo.
Lo primero que voy a introducir son legumbres, tal vez una ensalada a bases de lentejas con ajo, o humus de garbanzo. Y observar por un día si me noto más hinchada o si percibo algun malestar.
Le seguirán el queso y el yogur, y luego de un par de días llegará el turno del arroz, y más tarde la pasta.
Tal vez descubra alguna intolerancia, tal vez no, pero en cualquiera de los casos habrá sido una experiencia de crecimiento y aprendizaje.
Finalmente, me gustaría comentar que soy muy consciente de que la Ortorexia (obsesión con comer sano) existe y no tengo ninguna intención de caer en ello.
Este desafío de comer por 30 días “comidas como las que me preparaba mi abuela” por el momento simplemente me ha llevado a revisitar recuerdos de la infancia y recetas familiares – como la forma de cortar las patatas finitas, con el pelapapas, que tenía mi abuela para hacer la tortilla.
No es mi intención imponer esta forma de comer a nadie.
No me creo que mi forma de comer sea la mejor, así como no creo que la forma de comer de nadie sea la mejor: de todo un poco, en la variedad esta la diversión.
No pienso volverme loca escogiendo todo biológico y orgánico.
Y si bien no tengo planeado este mes comer fuera, en cuanto terminen los 30 días y vuelva a comer de todo un poco, no pienso ponerme a discutir en restaurantes demandando la lista de ingredientes.
Pero sí continuaré prefiriendo restaurante con estrella de Michelin a un McDonalds.
Prefiriendo mis bombones de Pierre Marcolini y no del supermercado.
Prefiriendo hacer mi propia pizza, hasta que tenga la oportunidad de probar la mejor pizza del mundo en Napoles.
Prefieriendo no comer pan blanco excepto de una buena panaderia de Paris.
Esto no es ortorexia, amigas mías, ¡esto #EsDeDiva! Cuidarse, quererse, mimarse, y darse lo mejor, es respeto por una misma.
Como siempre, en lo que respecta a dietas solamente puedo recomendarte buscar tu propio bienestar siguiendo tu propio camino. Y, de corazón, desearte un buen viaje.
Te invito en los comentarios a contarme… ¿has seguido alguna forma de alimentación (vegetarianismo, veganismo, paleo, cetogénica, etc)? ¿Cuál fue tu motivación y cómo te resultó la experiencia?