Madre mía, petits, lo que me ha costado escribir este post. No por el tema de escribir, sino por terminar o no el Whole30. La verdad es que dejarlo más allá del día 17 fue la peor de las ideas, porque luego volver a hacerlo ha sido imposible. En estos 3 meses (que se dice pronto) que llevo con la tontería, igual he hecho 4 Whole15 o 25 Whole9 o lo que sea. Cada X tiempo me saltaba en una de las comidas el reto y vuelta a empezar. Y es una
Hoy tengo un mal día, uno de esos en los que te sientes fatal contigo misma. Me siento decepcionada, estoy triste y no me encuentro bien. Y hacía relativamente bastante tiempo que no me sentía así, y es que ayer volví a comer algo que no me sentó nada bien, lo que significa que me voy a pasar dos días hecha una mierda. Porque así es como van las cosas cuando tienes problemas de estómago, y no me había dado cuenta hasta que ha habido un período de mi vida en el que no los he tenido. Me explico: yo me cabreo mucho. Quiero decir, que soy muy temperamental (tengo una mala hostia que tiembla el misterio), además de ser muy borde y tener poca paciencia. Por lo que leéis aquí os puede pegar más o menos con lo que creéis que conocéis de mí, pero es así. Me irritaba con mucha facilidad y tenía muchos días malos de estos de decepcionarme a mí misma. Y esto lo pongo en pasado, porque eso era lo que creía, porque hasta hace un par de meses pensaba que simplemente era así: poco tolerante. No es que el Whole30 me haya cambiado la vida y ahora sea la persona más dulce del planeta (no, sigo teniendo una mala hostia de cuidao’) ni que de repente me haya dado cuenta de que soy hermosa y sea todo de color de rosas rollo anuncio de Dove; es que una gran parte de esa irritabilidad, de esa poca paciencia, de esa decepción conmigo misma, era porque no me encontraba físicamente bien. Porque mi estómago no me daba tregua alguna. Y este cambio en mi alimentación también ha cambiado eso.
Los que padecéis del estómago, o conocéis a alguien cercano que lo hace, sabréis que es el órgano que causa los peores problemas. Sea cual sea el tipo de dolor, es como si tu cuerpo te rechazase. Nada te alivia, nada te hace bien. Si comes porque comes, si no comes porque no lo haces. De hecho llega un punto en el que el dolor de la acidez se te junta con el del hambre, y no sabes qué da más miedo: enfrentarte a que te vuelva a sentar mal una comida o desmayarte por la inanición (y esto lo digo completamente en serio). Eres más consciente que en ningún otro momento que esa parte de ti no está bien. Si encima tienes algún tipo de complejo por el peso o por la forma de tu cuerpo, ya apaga y vámonos: «Es culpa tuya que estés así», «Mírate, qué tripa tienes», «Nunca vas a tener el cuerpo que quieres». Esto no facilita mucho el trato con los demás, tampoco. No creo que nunca vaya a poder dar las gracias ni pedir perdón lo suficiente a mi familia por tener que soportarme cuando estoy así. Porque si ya soy un poco difícil cuando me encuentro bien, imaginaos cuando me da acidez. Yo me quiero morir, pero seguro que ellos querrían matarme.
Dicho esto, no quiero que creáis que busco compasión ni nada por el estilo ni daros penita (ni
Y ahora, vamos al lío, que sé que la mayoría habréis bajado directamente hasta aquí, porque os interesa más: el antes y el después, los kilos que he perdido y de dónde.
Bien, petits, siento decepcionaros pero solo he perdido 3 kilos, que se tradujeron en 3 centímetros menos de contorno en las caderas (o sea en el culo, que he perdido culo. Para mí esto es un drama muy serio, porque estaba muy orgullosa de él, sinceramente). Lo que significa que ahora los pantalones me van un poco sueltos (y eso queda muy mal, en serio, con lo mono que era antes, ahí redondito rellenando todo el pantalón. Mierda de dieta). Pero de lo demás no he perdido nada. No hay fotos del antes-y-después porque es que en el después no hay nada diferente apreciable.
Realmente la pérdida de peso depende de cuánto le sobre a tu cuerpo y del cambio de alimentación que suponga para ti el reto. Si comías fatal antes, y empiezas a hacer esto, lo notarás muchísimo más que una persona que ya sigue la dieta paleo, por ejemplo.
Me he desenganchado casi del todo del chocolate y del pan (ya no les escribiría una oda) y por completo de cualquier tipo de lácteo (que resulta que soy casi totalmente intolerante a la lactosa y así no se puede amar el queso. Ni los helados.
Cada vez que he metido la pata y he fallado en el Whole, lo he hecho con unos alimentos diferentes, así que ya sé qué debo evitar si quiero volver a sentirme bien. No puedo tomar naaada de lactosa si no quiero que me de un rebote de ácido, pero el resto de alimentos (excepto el azúcar refinado, o sea el de los bollitos de supermercado, tabletas de chocolate, y mierdas varias, que eso sienta faaaatal) no me han dado problemas. De hecho creo que el haber estado “desintoxicándome” durante este tiempo, ha hecho que digiera mejor otras comidas.
Mal que me pese, tengo que decir que sí que he recuperado peso al volver a comer como antes: he recuperado 1 kilo. Lo que me parece que es bastante aceptable si tenemos en cuenta todo. Aunque el peor efecto rebote que he encontrado yo es el de los problemas de digestión. Después de dos meses bien, que de repente te de acidez es como una patada en el estómago (y no hay mejor comparación). También es cierto que no he vuelto a comer exactamente como solía hacerlo, me he quitado de un montón de alimentos dañinos.
He leído que hay gente que dice que esta dieta tiene un efecto rebote impresionante, que en cuanto dejas de cuidarte vuelves a ganar el peso que has perdido. Gente que lo dice superofendida como si alguien les hubiesen engañado o algo. Yo creo sinceramente que esa gente es estúpida porque ¿de verdad hay alguien que crea que hay una manera de seguir sano sin cuidarse? Es como «Estoy superdesencantada con este champú, porque lo he usado una vez, y después de 3 meses sin lavarme el pelo lo tengo sucio de nuevo», pues, tía, qué quieres que te diga, (eres un poco guarra, yo es que llevo fatal lo de la gente que no se lava, sinceramente) no es magia, es jabón. Esto igual, no es magia, es una reeducación alimentaria, si luego tiras por la borda todo eso no esperes que funcione a largo plazo.
¿Qué he notado durante los períodos de Whole “estrictos”?
1.- Mejora en el estado de ánimo: me sentía feliz, petits. Estaba tan a gusto con mi cuerpo que ni siquiera me importaba el peso o si había perdido barriga o cualquier cosa.
2.- Mejores digestiones: Si no habéis vivido lo contrario no lo entenderéis del todo, pero no sabéis lo que es hacer una buena digestión, una ligera, por primera vez. No sabéis lo que es que de repente no os duela. Que por una vez vuestro cerebro no esté pendiente de lo lento que estáis digiriendo algo o arrepintiéndoos de haber comido. Es que realmente te parece la primera vez que estás a gusto en tu vida. (Y eso también implica lo de ir muy regularmente al servicio, que no es precisamente elegante, pero todo hay que decirlo).
3.- Dormir mejor: no despertarte a las 4 de la mañana por la acidez, está muy bien, la verdad. («Qué pesada con lo del estómago,
4.- Más energía: quizá no es que me sintiese con más energía, o no tenga que ver estrictamente con lo que comía, sino con que dormía mejor y me sentía físicamente mejor.
5.- Pérdida de interés por la comida: cuando hay “tantas” cosas que no puedes comer, acabas por pensar en otras cosas en lugar de regir tu día por las horas de comer.
6.- Pérdida de interés por el peso y los cambios estéticos: me sentía tan bien que me daba igual si se me veía más delgada o no. Lo que importaba era cómo me sentía, no lo que veía en el espejo. (Que no significa que dejase de ducharme, peinarme y maquillarme, que una tiene su amor propio).
Lo más importante que he aprendido sobre mí misma con el cambio de alimentación es que mientras me sienta bien físicamente, mientras no me duela el estómago, me importa tres pitos lo que peso o lo que veo en el espejo. Sentirme tan bien ha hecho que me quiera más a mí misma. Que me sienta orgullosa de mi cuerpo. Que deje de pensar en lo que se ve para darle importancia a lo que puedo hacer con él. Cada peso de más que subía en el gimnasio o cada tanda de sentadillas más que podía hacer ya no eran para perder peso, eran algo de lo que sentirme orgullosa.
Yo cuido de mi cuerpo y mi cuerpo cuida de mí. Así de sencillo.
1.- Informaos bien para saber si queréis hacerlo y cómo queréis hacerlo.
2.- Adaptad el Whole30 a vosotros. Mientras no comáis los alimentos no permitidos, yo no veo qué puede haber de malo en comer 5 veces en lugar de 3 o en comer más fruta que 2 piezas al día, sinceramente. Este puede que sea el único capricho que os deis en 30 días (el de la cantidad), así que hacedlo. Comer muchas cosas buenas no ha matado a nadie.
3.- No les hagáis ni caso a las WholeNazis que os digan que estáis haciendo el reto mal. Qué
4.- No lo dejéis. Aunque tengáis un desliz y os comáis un donut o un trozo de pan o queso porque tengáis mucho mono, ¡no lo dejéis! En esto de las dietas se produce el efecto What the fuck! que es aquello de «Bueno, ya me he saltado la dieta hoy comiéndome este trocito de pan, así que por qué no me voy a comer esta bolsa de patatas fritas, este platazo de macarrones y esta tarta de chocolate». En serio, no merece la pena. Es un mendrugo de pan, no dejes que vaya a más. Ya te has dado el capricho, puedes seguir con el reto tranquilamente. No lo empieces de 0 si no quieres, pero no lo mandes todo a la mierda. Porque si te comes todo eso y empiezas con lo de ya lo empiezo desde el principio mañana no lo vas a recomenzar nunca. Que me ha pasado.
5.- No endioséis los productos que habéis dejado de consumir. En serio, ni el pan sabe tan bien, ni las patatas fritas os gustan tanto. Centraos en lo que sí podéis tomar para empezar con unos nuevos hábitos. Yo por ejemplo siempre desayunaba cookies o alguna magdalena y zumo de naranja (del de bote), pero he descubierto que me gusta más tomarme un tazón de fresas con kiwi y ni me planteo beber zumo de bote. El agua no está tan mal.
6.- Además, os va a decepcionar el sabor de eso que tanto se os antojaba. Y esto no os lo digo solo yo. Ely empezó conmigo el Whole, y cuando lo terminó comentamos lo que nos había parecido y los resultados. Ella sigue con este tipo de alimentación, puesto que está muy contenta con sus resultados, y es que a día 37 de Whole, había perdido 6,2 kgs. Su consejo para vosotros es que si tenéis mucho antojo de algo, os lo comáis, porque el sabor os va a decepcionar. Haber estado comiendo alimentos no procesados, naturales, hace que al comer cosas de las de antes notes un sabor diferente. Así que hacedlo. Comeos ese trozo de chocolate. Y cuando veáis que no es para tanto, dejadlo. No hace falta comerse tableta y media para saber si te gusta como antes o no.
7.- No os comparéis con nadie. Ni conmigo, ni con Ely, ni con ningún gurú del Whole30 o de la dieta paleo. (En la vida en general, y durante el reto en particular). Cada uno pierde lo que pierde y gana lo que gana. Los beneficios son distintos y cada persona aprende algo sobre sí mismo. Solo deberíais compararos con vosotros mismos antes. Y eso es motivación suficiente siempre para avanzar.
8.- Dejadme un comentario. Uno, siete, los que veáis. Los que necesitéis para desahogaros por haberos hecho leer esto, por haberos convencido de alguna manera para hacer esta locura de dieta, o para compartir vuestra experiencia. Estaré encantada de saber de vosotros y de contaros todo lo que queráis, y si tenéis alguna pregunta más actualizaré este post o haré un vídeo o algo. Prometido.
Este reto es una de las mejores cosas que he probado nunca, y voy a hacer del Whole30 mi alimentación habitual. No estricto, por supuesto; creo que me permitiré unos cereales y algún que otro yogur sin lactosa en el desayuno, pero eso.
P. D.: Lo mismo se me ha ido un poco de las manos lo personal que es este post.
La entrada Whole30: Resultados y lecciones aparece primero en Elegance Hunter.