El dulce más típico en Semana Santa…
El gastrónomo romano del siglo I d.C, Marcus Gavius Apicius, escribió sobre las torrijas en su libro De re coquinaria: rompe siligenas (galletas de trigo), báñalas en leche, tuéstalas en aceite, riégalas con miel y sírvelas, rezaba el amigo Marcus. También a parecen en muchos otros escritos, como el del siglo XV atribuido al poeta y músico Juan del Encina: miel y muchos huevos para hacer torrejas, citado como plato indicado para la recuperación de las mujeres tras el parto.
Esta receta tradicional está basada en una rebanada de pan empapada en leche, rebozada en huevo, frita en aceite de oliva virgen extra y aromatizada al gusto con azúcar y canela. Es un postre muy sencillo y muy común de estas fechas que se aproximan, ya que la Semana Santa empieza la semana que viene.
Las pastelerías de toda España se llenan ya de cientos de torrijas, huevos de Pascua y delicias dignas de los más galguzos (palabra muy utilizada en mi casa para referirnos a se dice de las personas que picotean entre horas, sobre todo, dulces). Entre todos ellos, la torrija de leche es mi postres preferido, una tostada suave con sabor intenso a leche, dulce y con un toque perfecto de canela, no se puede pedir más…
Preparación al detalle:
Escogemos un recipiente cómodo para ir mojando el pan elegido para las torrijas y lo llenamos con la leche fría/del tiempo (nunca caliente, porque el pan se reblandecería demasiado y se harían difíciles de manejar) que tenemos reservada.
* Si os gusta, podéis añadir vino de Oporto que le va a dar el puntazo a este postre y batimos con un tenedor para mezclar bien los líquidos.
Batimos los huevos hasta que espumen un poco y añadimos dos cucharadas de leche, volvemos a batir y colocamos en otro plato que sea cómodo para mojar las torrijas antes de freír.
Ponemos una sartén con aceite de oliva virgen extra y calentamos a fuego medio.
Mientras se calienta el aceite bañamos las rebanadas de pan en la leche. Le damos la vuelta para que se impregnen bien pero que no chorreen y la pasamos por el huevo batido que ya tenemos preparado. De ahí directamente a la sartén con aceite bien caliente.
Freímos las torrijas por todos dos lados hasta que estén doradas, nos ayudamos de un tenedor para ir dando la vuelta a la torrija. Retiramos a un plato con papel de cocina absorbente para retirar el exceso de aceite.
Llenamos un recipiente ancho con azúcar y canela en polvo (unas dos cucharaditas de canela en polvo por cada 100 g de azúcar) y mezclamos bien con un tenedor. Rebozamos las torrijas en esa mezcla, que se impregnen bien de azúcar y canela.
Dejamos enfriar y degustamos a temperatura ambiente o frías, simplemente deliciosas.
Hay a quienes las torrijas están mejor de un día para otro, porque al sudar se recubren de una capita de almíbar dulce y suave. Yo, en cambio, prefiero guardarme en un platito la mezcla de azúcar y canela y volver a ponerles un poco justo antes de comérmelas, porque me encanta eso de que estén crujientes… Vamos, de rechupete, no lo dudéis.
Fuente: recetasdrechupete, infografíasencastellano
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