Exfoliarte es todo lo que necesitas cuando sufres de resequedad para ayudar a eliminar las células muertas de la piel y la suciedad que se encuentran en la capar externa, y así conseguir una apariencia más fresca, suave y radiante.
La exfoliación elimina la barrera de las células muertas que obstruyen la piel en la epidermis y descubre nuevas células nuevas debajo. Esto abre el camino para que los productos humectantes penetren más profundamente en la piel, lo que los hace más efectivos.
Incluir un producto exfoliante en tu rutina de belleza regular dejará tu piel fresca y saludable, y también puede prevenir granos. Pero (sí, hay un pero), puede llegar el punto en el que sea demasiado para tu piel y la dañes.
De acuerdo con el dermatólogo certificado por el Consejo americano de especialidades médicas Michael Nova, no deberías exfoliarte diario.
Aunque es un paso que trae muchos beneficios si los haces una o dos veces a la semana, hacerlo con demasiada frecuencia puede conllevar a muchos problemas en la piel.
De hecho, el doctor nova señala que podría causarte más resequedad, irritación, infecciones y hasta cicatrices.
Por otra parte, los dermatólogos recomiendan evitar los productos exfoliantes granulados si tienes la piel sensible, pues estos podrían causar irritación.
Mejor prueba con un exfoliante químico, es decir, uno que use alfa hidroxiácidos (AHA) y beta hidroxiácidos (BHA) para exfoliar suavemente la piel.
Estos exfoliantes químicos suelen conseguirse en la presentación de un suero ligero formulado con ingredientes químicos exfoliantes (el ácido salicílico y el ácido glicólico son algunos de los más comunes).
Además, son muy simples de usar: solo tienes que aplicar suavemente con pequeños movimientos circulares después de la limpieza, y ya está listo.
Pero si eres fan de los exfoliantes mecánicos, trata suavemente tu piel cuando los apliques: nunca frotes demasiado, ya que esto puede llevar a micro raspaduras y cortes que pueden provocar infecciones, erupciones y cicatrices.
En lugar ponértelo con dureza, hazlo suavemente con pequeños movimientos circulares alrededor de la cara y mantén los movimientos muy livianos.
Por último, no olvides enjuagarte con agua tibia y aplicar tu humectante favorito para hidratar y mantener la piel sin resequedad.