La energía vital es la luz de la vida; por eso representa un papel importante en la enfermedad, lo mismo que en la salud. La energía vital hace luchar al organismo contra todo aquello que altere el estado ideal de éste, tendiendo siempre a mantener la vida al nivel más alto posible, si lo permitimos.
Las células no sobreviven mucho tiempo en un medio, que ha de ser apropiado para el desarrollo de su vida, a no ser que se renueve éste con cierta frecuencia, de manera que se eliminen los desechos provenientes del metabolismo célular.
Las células retrasan su envejecimiento si eliminan diariamente los tóxicos que llegan a ellas. De ahí la importancia de prestar mucha atención a lo que comemos, bebemos y respiramos.
El exceso de desechos y toxinas, producto de una alimentación incorrecta, disminuye las facultades físicas y mentales, al mismo tiempo que acelera el envejecimiento, al “ahogar”, por así decirlo las células. LA ACUMULACIÓN DE TÓXICOS EN EL MEDIO CELULAR CONSTITUYE LA TOXEMIA.
La vida humana está condicionada por el buen funcionamiento celular, siendo vital que las células cumplan las funciones para las cuales han sido especialmente creadas. Una abundancia de tóxicos en el organismo imposibilita su total eliminación, condicionando la muerte celular.
En definitiva, podemos decir que la toxemia, sea de origen interno o externo, viene dada por la presencia de tóxicos y sustancias diversas incompatibles con el estado de salud, en el medio interno celular y extracelular , la linfa, la sangre, los tejidos, los órganos y toda parte del cuerpo que tenga vida.
Hay una variedad de síntomas que manifiestan que el cuerpo está en estado de toxemia, como son: la sensación frecuente de debilidad muscular, el estreñimiento, la falta de apetito, la astenia o falta de fuerza muscular matutina, el dolor de cabeza y, en general, toda crisis depurativa o estado morboso que presente nuestro organismo. Una dieta inadecuada (cuantitativa y cualitativamente hablando), un trabajo en condiciones insalubres, una vida sedentaria y lejos de los agentes naturales revitalizantes, una actividad excesiva, una mal estado de los drenadores naturales (órganos como el riñón, los pulmones y la piel ), que no eliminan ni drenan los tóxicos internos o externos que se van acumulando.
El cuerpo tiene formas de desintoxicarse cuanto se presentan excesos tóxicos en su interior, aumentando algunas funciones orgánicas normales, por ejemplo: un resfriado aumenta la excreción de mucosidades por las fosas nasales eliminando de esta forma ciertos tóxicos.
Toda situación toxémica, incompatible con la vida, desencadena una eliminación forzada de tóxicos, apareciendo los síntomas y signos que ayudad a clasificar las enfermedades. En realidad, se produce un aumento de las funciones normales del cuerpo.
Pero, ¿cómo es posible que en una situación de falta de energía vital se produzcan crisis depurativas?
Una situación toxémica provoca que la energía vital, hasta entonces repartida por todo el cuerpo, se concentre en unas cuantas funciones vitales. Sobre todo en la eliminación para conservar la vida; aprovechando esta función parte de la energía utilizada por otros órganos que no realizan actividades tan vitales en ese momento.
Así, perdemos el apetito, notamos un cansancio general, tenemos pocas ganas de pensar, hablar, leer; todas ellas con funciones que se ven disminuidas por faltarles energía a los órganos encargados de llevarlas a término. Las crisis curativas tienen una presentación aguda, inconsciente, repentina, consiguiendo una rápida eliminación de tóxicos y deteniendo las actividades enervantes. Estas crisis agudas son frecuentes en los niños, debido a su bajo nivel de tolerancia toxinica, su gran reactividad somática y su alta energía vital. Las crisis curativa aguda, o enfermedad aguda, presenta una exaltación de las funciones orgánicas y es considerada una crisis curativa. La crisis curativa crónica, supone una depresión de las funciones orgánicas normales y es considerada como un proceso de adaptación del cuerpo. Es por esto que la medicina naturista busca la agudización de las enfermedades crónicas, provocando crisis depurativas en general.
Cortar este proceso natural del cuerpo con medicamentos anti somáticos, depresores, o antibióticos es frenar el proceso natural del cuerpo para regenerarse, autocurarse, y reprogramarse.
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