El problema es que la cantidad no implica que los usemos con la frecuencia necesaria para ver cambios positivos en nuestra piel. Tampoco tenerlos a mano garantiza que te vayas a la cama con la piel limpia (en fin, tenía que colarte mi recomendación sobre este tema). Y por si no nos faltaba ya suficiente fuerza de voluntad para cumplir con nuestras rutinas faciales a las 3am, leo en un artículo de ElMundo/ZEN que el baño no es el sitio adecuado para guardar los cosméticos. Ahora tengo que añadir una carrera de fondo para traer los cosméticos al baño, aplicármelos y devolverlos luego a su sitio – el que sea. Así mal vamos…
El hecho es que no todos los productos especifican en sus prospectos cuál es la mejor forma de conservarlos – debe ser que ya presuponen que nadie leerá la letra pequeña. Por ejemplo, acabo de revisar un protector solar compacto de Isdin y ni palabra. Sin embargo un maquillaje de Shiseido sí recomienda mantener el producto alejado de temperaturas altas y de mucha humedad. Así que, en caso de duda, nada mejor que ser lógicos y aplicar la recomendación más generalizada
conservar en lugar fresco y seco
Y la verdad, visto así, no parece que el baño sea el lugar más fresco y seco de la casa. Según los expertos consultados por ZEN “el calor que se genera tras una ducha degrada los principios activos, que pierden sus propiedades y efectividad. Es fácil que las bacterias proliferen a su antojo en el baño” – y me temo que no les falta razón cuando vas y te encuentras con el primer retazo de moho !sí, en tu baño!. Escasa ventilación, humedad y calor se unen para amargarte la vida.
Además a esta recomendación de lugar fresco y seco, habría que añadir que el producto ha de estar siempre bien cerrado – casi en cuanto tomes la porción de crema que necesitas -, colocarlo de pie y sobre una superficie plana y no dejarlo en un lugar donde incida la luz directa. Vamos que el mejor sitio, el ideal, es el cajón del tocador de tu dormitorio. Pero … ¿quién tiene espacio para un tocador!!!?
¿y si lo pongo en la nevera?
Una de las sugerencias más extendidas por las redes es usar la nevera para los cosméticos bajo la creencia de que el frío conserva – o tal vez es que alguien confundió fresco con frío. El caso es que hay productos que agradecen el frío – bueno, no sé si el producto, pero tú sí. Es el caso de cosméticos que al aplicarlos a baja temperatura producen una descongestión o tensión de los tejidos (el frío es vasoconstrictor). Por lo tanto – y siempre que sus fórmulas lo permitan – podrías guardar en la nevera el contorno de ojos, el tónico facial, el aftersun (si su base es agua) o la crema de piernas.
En el caso de los perfumes, por ejemplo, es una pésima idea ya que los éstos huyen de los extremos, ya sea frío o calor (como los vinos, vamos). Tampoco guardes fórmulas con aceite o todo lo que tenga que ver con maquillaje.
¿y los cosméticos caducan?
¡Ay!, aquí tenemos otro gran problema. Yo soy la primera que ni recuerdo cuando compré la sombra de ojos. Pero es que está entera! y es supercara!! Antes que tirarla, casi prefiero un sarpullido en mi piel que en mi conciencia.
Así que espero que apreciéis más vuestra piel que vuestras conciencias porque el tema de la caducidad es importante. Muy importante. No solo se trata del deterioro de los principios activos, que podrían no causar el efecto por el que has pagado, sino también el riesgo de contaminación que podría ocasionarte inconvenientes importantes en la piel. Pooooorque – solo para asegurarme – ¿sabéis que los productos tienen fecha de caducidad, verdad?
Ya muy pocos tienen una fecha concreta (como los yogures, aunque sirva de poco). La mayoría tienen ese tarrito abierto con la cifra 6M, 12M impresa en la caja. ¿Que qué quiere decir? Pues que una vez abierto, tienes ese tiempo para consumirlo – M son meses, por si te lo preguntabas.
Vaaaaale, lo he abierto, lo he usado y de repente un día me acuerdo del tarrito éste. Pregunta: y ahora ¿cómo sé yo cuándo lo abrí? Slap on the face! Pues si rebuscas un poco por las redes verás que el consejo más aceptable es que marques con rotulador en el envase la fecha en que lo abriste.
Pero como todo en la vida, 2+2 no siempre son 4. Eso quiere decir que hay otros factores que influyen en la longevidad de un producto – algunos los has visto ya, como es el sitio donde guardas el cosmético y su relación con las temperaturas y la humedad. Otros tienen que ver con la higiene. Así por ejemplo, si usas crema en tarro, es mejor usar una espátula o bastoncillo desechable para tomar la cantidad necesaria. Si lo haces con las manos, la higiene debe ser extrema para no contaminarlos.
Si vas de viaje, mejor usa las muestras que te regalan en las farmacias o perfumerías – o lleva tus productos enteros, pero no los traslades a envases más pequeños. Y el más importante, no guardes tu fotoprotector de un año para otro – más que nada porque encima de no usarlo adecuadamente solo nos faltaría usarlo caducado y en mal estado después de haberlo expuesto a altas temperaturas.
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Photos: OnlyDecoLove | Adrian Mueller | Grown Alchemist