La jojoba (Simmondsia chinensis) es un arbusto originario de los desiertos de Sonora y Mojave aunque su cultivo se ha extendido a numerosas zonas del mundo dadas sus propiedades, útiles no sólo en cosmética sino también en las industrias del biodiésel, los lubricantes, los plásticos y más. Su aceite se obtiene del prensado en frío de los frutos, aunque realmente no es un aceite puesto que la jojoba es la única planta que produce cera líquida vegetal, compuesta por ésteres.
El aceite de jojoba no requiere de ningún tipo de refinado y en cosmética puede utilizarse sólo o combinado con otras sustancias (siempre por vía tópica). Posee un altísimo contenido en ceramidas lo cual hace que sus propiedades se mantengan inalterables en el tiempo. Además también posee grandes cantidades de vitamina E que aumenta sus propiedades antioxidantes y antiedad.
A diferencia de otros aceites, la jojoba es recomendable para cualquier tipo de piel, ya sea seca, grasa, acnéica o con problemas, pues mantiene su equilibrio natural. Su tacto no es graso y se absorbe rápidamente hidratando y suavizando la piel así como el cabello.
El uso del aceite de jojoba es muy recomendado en champús y tratamientos capilares pues las proteínas queratínicas que posee nutren y fortalecen el pelo y el cuero cabelludo, dejándolo suave y brillante. Sus propiedades seborreguladoras actúan contra la grasa y también contra la sequedad e irritación del cuero cabelludo, combatiendo así mismo la caspa.
El aceite de jojoba está también indicado en el tratamiento de pieles con problemas. Sus ácidos linoleícos (Omega 6) promueven la regeneración celular, aumentando la suavidad y elasticidad de la piel así como su firmeza. Su contenido en vitamina C y E ayudan a prevenir la formación de arrugas y estrías, combatiendo también la celulitis. Posee propiedades bactericidas y dermatológicas y es muy utilizado en el tratamiendo de afecciones como el acné, la psoriasis, la rosácea, eczemas y quemaduras solares. Sus propiedades anti-inflamatorias ayudan a disminuir las rojeces producidas por la rosácea o el hérpes labial.
El aceite de argán puede aplicarse en cualquier momento del día directamente sobre la piel, el pelo y el cuero cabelludo. Sólo son necesarias unas gotas en las zonas a tratar. Para el cuero cabelludo pueden repartirse 10 ó 12 gotas antes del lavado frotando suavemente la piel y dejándolo actuar como una mascarilla durante media hora. En la cara puede utilizarse una gota en las zonas problemáticas y en el contorno de ojos y los labios. También puede utilizarse como desmaquillante. En el cuerpo pueden repartirse 3 o 4 gotas en las manos y aplicar como hidratante en cualquier zona.