Piel Normal: Es flexible y resistente; sus poros apenas son perceptibles; se ve luminosa y se percibe fina. Sus glándulas sebáceas tienen un funcionamiento bastante regular, es decir, la lubrican lo suficiente sin llegar a excederse. En presencia del sol, llega a broncearse de forma uniforme.
Piel Mixta: Este tipo de piel es la más común. Es algo más gruesa que la normal y presenta una zona, la llamada zona T donde posee más grasa que el resto del rostro; esta zona T es muy especifica, e incluye las áreas de la frente, la nariz y el mentón.
Piel Grasa: Tiene exceso de lubricación; las glándulas sebáceas son activas. Son más gruesas que las anteriores y soportan mejor las agresiones del medio ambiente. Pero aunque tiendan a ajarse y arrugarse menos, su inconveniente son los brillos que deslucen el aspecto del rostro.
Piel Seca: Las glándulas sebáceas tienen menor actividad, ya que no están bien lubricadas. En personas jóvenes puede presentar un aspecto estupendo, pues es fina y con los poros bien cerrados, pero es muy vulnerable al sol y al frío, y tiende a arrugarse más que otras.
¿Ya sabe cual tu tipo de piel?
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