La radiofrecuencia consiste en la generación de colágeno de forma natural gracias a la estimulación de tu piel mediante calor. Lo explico para que nos entendamos, me iban realizando pequeños masajes en la cara y el cuello con distintos elementos metálicos a una alta temperatura (pero no quema!). Es un tratamiento no invasivo que genera un rejuvenecimiento facial, combate la flacidez cutánea y mejora la calidad y textura de la piel.
En mi caso los resultados fueron inmediatos, mi sensación fue que salí con la cara mucho más tersa, más firme, las líneas de expresión habían prácticamente desaparecido. La sesión duró aproximadamente 1 hora y media, y a parte de rejuvenecida salí relajada...
Lo que la teoría dice es que desde la primera sesión se observa una piel más compacta y luminosa, las arrugas se difuminan y se produce una regeneración de los tejidos.
El tratamiento consiste en una sesión al mes durante 15 meses para que el resultado perdure durante otros 15 meses sin que el paciente haga nada.. Está indicado para todas las edades aunque en cada una tendrá unos resultados, dependiendo de lo que se quiera tratar, en pieles muy jóvenes se puede utilizar para mejorar problemas de acné y en pieles más maduras para prevenir el envejecimiento o reparar su signos.
En mi caso sólo he hecho una primera sesión pero (si el tiempo me los permite) intentaré hacer las 14 restantes.
Quizá dentro de quince meses mi piel está como estas... o quizá cuando aprenda a manejar el Photoshop perfectamente, porque me queda claro que en estas fotos (como casi todas las que solemos ver) las pieles están más que retocadas...
Muchas de las que sois de por aquí me preguntasteis que dónde me lo había hecho, y esta sesión me la hice en Centro Karmele, el enlace a su página web lo tenéis aquí. Mi experiencia allí ha sido buena. Y añadir también que para escribir este post he tomado como referencia un artículo que he leído en www.elle.es