Cómo no iba a salir bien si se conocen desde que son adolescentes, aunque la chispa no surgiera hasta casi finalizar la universidad (qué mala es la edad). Después de 8 años de relación, ella consiguió que se lo pidiera (risa malvada) y aquí están.
El Día B cada uno se vistió en su casa. "A pesar de lo que pueda parecer, yo estaba bastante tranquila, mucho más que mi madre (jejeje), hasta que me puse el vestido y fui consciente de que ¡ya no faltaba nada!!!", nos cuenta la novia.
Sobre su precioso vestido, Mabel nos cuenta: "Después de muchas vueltas y sopesar precio y comodidad, me decanté por el Modelo Urcal de la Colección de Pronovias 2013, un vestido en gasa de seda de corte evasé, muy cómodo y que me hacía sentir yo misma. Creo que es importante no ir disfrazada el día de tu boda. Tenía adornos en pedrería en la cintura y los tirantes. A pesar de que me parecían muy bonitos los vestidos con mangan de seda, al ser una boda a finales de junio en Cáceres, el vestido tenía que ser fresquito y sin mangas largas".
El tocado que eligió no podía ser más bonito y fino, y es que ponerse en las manos de Carmen María Mayz es siempre un acierto (os hablé sobre ella aquí). Para el peinado, Mabel no quería moños rígidos, buscaba algo romántico y que pegara con la sencillez y dulzura del vestido, por eso, llevó un recogido muy natural y elegante. Para los zapatos eligió unas sandalias Lodi en gris a juego con los adornos del vestido. ¡Ideal!
Como joyas llevó el anillo de pedida y unos pendientes regalo de sus hermanos y una pulsera a juego que le regalaron sus padres.
La iglesia escogida fue San Mateo, una iglesia del siglo XVI, que para Mabel era especial porque es donde se casaron sus padres.
Después de la ceremonia, los novios se hicieron las fotos de rigor, selfie incluído: "El casco histórico de Cáceres es un lugar precioso pero mortal para los tacones". (Doy fe) Encargaron sus fotos del Gran Día a Noonu y están muy contentos con el resultado.
El banquete fue en el Hotel Hospes Palacio Arenales, la antigua residencia de verano de la familia Golfín, que data del siglo XVII. Se encuentra en un precioso entorno natural rodeado de cientos de olivos centenarios y está coronado por impresionantes nidos de cigüeñas, tan típicas de Extremadura. La verdad es que en el momento del cóctel pudimos presenciar un atardecer espectacular.
"El día anterior quisimos reunir a todos los amigos en una especie de preboda, sobre todo para agradecer a los que venían de fuera a pasar el fin de semana con nosotros . Hay que tener cuidado con las prebodas que a veces se alargan demasiado y la gente termina perjudicadilla ;)", nos cuenta la novia.
Una boda preciosa y unos novios muy guapos y divertidos. Ya saben ellos que les deseo la mayor felicidad del mundo (y muchos mojitos).