¡Hola! ¿Cómo estáis?
Hoy quería contaros algo muy personal y bastante difícil para mi de exteriorizar. Se que el tema es absolutamente nimio comparado con la cantidad de problemas mil veces más graves que hay por el mundo… Pero allá va.
Desde que tengo uso de razón he tenido problemas de peso. Y como consecuencia de ello siempre, incluso de niña, he estado con dietas, regímenes y con el “esto sí, esto no”, a pesar de haber hecho deporte la mayor parte de mi vida. Lo cierto es que empecé a “crecer” anormalmente rápido sobre los 6 años y por ello me recorrí las consultas de pediatras y endocrinos de media España. Al fin, y cuando ya tenía 16, concluyeron que tenía problemas hormonales. Mala suerte con mi genética, supongo.
No obstante, durante un corto período de tiempo (de los 17 a los 18 años aproximadamente), de pronto la báscula me marcaba 55 kilos y yo no podía estar más feliz. No me privé de nada. Simplemente durante un año tuve un cuerpo normal con un funcionamiento normal.
Pero como suele pasar en mi vida, esa “suerte” se esfumó tan rápido como vino y de nuevo, mi cuerpo volvió a ser lo que siempre había sido: gordo.
Deprimida otra vez, dejé de hacer ejercicio durante el tiempo que estuve en la universidad porque no veía que alguien como yo pudiese hacer nada correctamente. Ni siquiera puedo describir lo que veía en el espejo estos últimos años.
Y por eso, en parte, decidí superarme. Con todos los kilos que me sobraban (y todavía me sobran), me puse en septiembre a estudiar oposiciones en las que se requiere superar unas pruebas físicas. Yo! que correr durante más de dos minutos me suponía desmayo asegurado. Y además, me prometí continuar con algo que siempre había estado en mi vida: bailar.
Acepté quién era. Y me puse a ello. Sabía que todo iba a costarme el triple que a los demás, pero eso no me desmoralizó como tantas otras veces. Desde octubre, entreno todos los días, y bailo tres días a la semana. Se que mis circunstancias me hacen evolucionar mucho más despacio que los demás, pero tras cinco meses de trabajo, empiezo a ver resultados. Pequeñísimos, pero están ahí. Y no pienso parar. Pese a todos los que se rieron, se ríen y se reirán, que no quepa duda de que lo conseguiré.
Estoy empezando a ser quien siempre quise ser, y si yo, que soy el ser más negado del planeta ha podido con ello… ¿Por qué tú no?
y ahora… ¡SI ME QUERÉIS, SEGUIDME!