Mediante el uso de una frecuencia de vibración específica a una potencia determinada se consigue poner en resonancia las moléculas de una estructura. Esto provoca unas microburbujas, que estallan y rompen esta estructura. Dicho de otra manera, las microburbujas, al estallar, permiten la destrucción de tejidos grasos en partes localizadas del cuerpo.
Con la implosión se favorece la rotura de las grasas, las cuales son liberadas y pasan a convertirse en ácidos grasos y glicerol que pueden ser eliminados posteriormente a través del sistema linfático, las heces o la orina.
La ventaja de la ultracavitación frente a otros medios más agresivos para la eliminación de grasa es que permite conseguir resultados de una forma cómoda, indolora y nada invasiva. Además, otra de sus ventajas es que los resultados son evidentes desde la primera sesión.
Para conseguir los mejores resultados posibles se recomienda realizar entre 6 y 8 sesiones en un periodo de entre 2 y 3 meses. Sin embargo, como en muchos otros casos, el número de sesiones y de tiempo depende de las circunstancias propias de cada persona.
Está comprobado que los mejores resultados se consiguen mediante la aplicación de radiofrecuencia inmediatamente después de realizar una sesión de ultracavitación, ya que con ello se consigue estimular el drenaje de la grasa y mejorar la tensión de la piel.
A la hora de realizar una sesión de ultracavitación es importante dejarlo en manos de los mejores profesionales. Como hemos dicho, la ultracavitación no es una técnica arriesgada. Ahora bien, siempre y cuando se lleve a cabo por profesionales especializados y mediante equipos homologados.
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