Buenas posturas, dieta sana y cosmética nutritiva. 3 secretos a voces para evitar la flacidez, mantener la línea y lucir una bonita figura.
Con la edad, los embarazos, la vida sedentaria o después de un régimen suele presentarse un problema: la flacidez. Ésta se puede corregir o evitar con productos con acción nutritiva y estimulante de la piel. Una advertencia: el frío está contraindicado en la región abdominal.
Aplica aceites vegetales y animales, ricos en vitaminas A, E y F (germen de trigo, jojoba, karité, rosa mosqueta, visón, escualeno, etc.) en forma de vendas frías y geles de aplicación directa.
Toma minerales y oligoelementos de algas (fucus, laminaria) y limos marinos. Destacan la centella asiática, la equinácea, el lúpulo y la cola de caballo. En la farmacia o en el herbolario te orientarán. Si tienes un problema de retención de líquidos ten presente que una infusión por la mañana será siempre más efectiva que por la tarde.
VIGILA TU POSTURA
Si no caminas estirada, la tripa sobresale más. Llevar el vientre metido tonifica los músculos abdominales. Al andar imagínate que estás colgada de un hilo por la cabeza.
Llevar los hombros caídos oprime la caja torácica y deja el abdomen sin fuerza, con lo que queda vencido y caído hacia adelante.
Gira todo el cuerpo. Cada vez que estés sentada y debas mirar hacia uno u otro lado, vuelve la cabeza y el tórax. Separa la espalda del asiento y fija los glúteos metiendo la tripa.
Respira profundamente. Inspira y espira dilatando y contrayendo el abdomen. Hazlo de 2 a 3 veces al día y de pie.
ATENCIÓN A LA DIETA
Ten mucho cuidado con las dietas milagro. A pesar de que prometen dejarte como nuevo en poco tiempo, sus consecuencias son mucho más graves de lo que imaginas. En general, estas dietas, como la famosa Dukan, la de la piña o la de Atkins, inducen una restricción de la energía ingerida muy severa, que conduce a deficiencias en vitaminas y minerales, alteraciones del metabolismo y a una monotonía alimentaria que las hace insostenibles en el tiempo y peligrosas para la salud. Se caracterizan por las escasas calorías o por un alto aporte de ciertos nutrientes frente al desequilibrio de otros.
Cuando hay pocas calorías en la dieta, el organismo reacciona compensando la falta de energía recibida con un aumento de la destrucción de las proteínas corporales, como fuente alternativa de energía, lo que provoca una pérdida de masa muscular y, por otro lado, la formación de sustancias peligrosas para el organismo cuando la dieta se prolonga en el tiempo.
Cuando apostamos por dietas proteicas o elevadas en grasas, el resultado es que ponemos a trabajar determinados órganos del cuerpo (hígado, riñón y corazón) como si se nos fuera la vida mañana. Y se estropean. Un problema añadido de estas "dietas milagro" es que favorecen una recuperación muy rápida del peso perdido (efecto "rebote" o "yo-yo"). Por ejemplo, si se come poco con la dieta de la piña o del kiwi, se ponen en marcha potentes mecanismos nerviosos y hormonales que se oponen a la pérdida de peso: mayor rendimiento del metabolismo corporal, con un mayor ahorro energético e incremento del apetito. Estos mecanismos conducen a una rápida recuperación del peso perdido en cuanto se vuelve a comer de la forma habitual. Aprende a comer de todo en su justa medida, 5 ingestas diarias, siempre a la misma hora.
¿Sabes exactamente qué es una dieta milagro? Dice la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) que una dieta milagro es aquella que:
promete una pérdida de peso rápida: más de 5 kg por mes,
dice que se puede llevar sin esfuerzo,
y anuncia que son completamente seguras, sin riesgos para la salud.
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