Yo hasta tenía un par de podómetros juntando polvo en casa, pero aquella vez algo me hizo click, y durante esos días en Lisboa empecé a usar mi nuevo podómetro. Recuerdo que al día siguiente de comprarlo se lo mostré a mi colega portuguesa, que también era gordita, y después de almorzar fuimos a que ella también se comprara uno. Y por el resto de la semana comparamos cuántos pasos había hecho cada una. Así aprendí que para adoptar buenos hábitos, una comunidad, o por lo menos una amiga, hacen la diferencia.
Recuerdo aquellos primeros meses, como me enganché contando los pasos diarios y empecé a ir caminando a todas partes. Era como un juego: ¿conseguiría llegar, o mejor, sobrepasar los 10,000? Un día trabajé desde casa sin salir, y descubrí que no llegaba ni a los 3000 pasos. Un fin de semana de city trip en Berlín caminé tanto que el sábado conté 18000, me sentía invencible. Y empecé a adelgazar, pero lo mágico es que cuanto más caminaba, más quería caminar, porque nuestro cuerpo quiere estar sano, y nos sentimos cada vez mejor cuando empezamos a hacer ejercicio, sobre todo un ejercicio tan suave y natural como caminar.
¿Se puede caminar sin podómetro? ¡Claro que sí! Yo recomiendo encontrar alguna forma de medir nuestra caminata diaria, o en distancia, o en minutos (si caminamos sin parar a buen ritmo, no mirando vidrieras), o en pasos. El podómetro no es única forma, pero sí la más fácil.
Yo cada mañana al vestirme me pongo mi podómetro: o enganchado en la cintura del pantalón, o el bolsillo delantero, o si uso vestidos lo engancho en mi ropa interior. Y no soy la única: hace unas semanas fuimos de compras con unas amigas, y las dos con mejor condición física, las que corren maratones, llevaban sofisticados podómetros de tipo brazalete, absolutamente todos los días, no solamente cuando salen a correr. De paso, te doy un consejo: espía a tus amigas delgadas… sobre todo mira qué comen y cuándo comen, se puede aprender bastante observando como típicamente no se desesperan alrededor de la comida como nosotras.
A esta altura ya tengo clara mi rutina diaria con el podómetro: sé que llevar al Pitufo a la escuela y volver son 2000 pasos, que la caminata entre el tranvía y la oficina me lleva a los 5000, que después de salir a comer estoy por los 8000, más el trayencto al tranvía para ir a casa me alcanza los 11000. Y ahí llega el desafío, porque yo quiero hacer 15000 diarios. La foto de hoy muestra que pasé los 16000, porque a la salida del trabajo fui al dentista.
¿Ves cómo se puede? Y hoy lo hice con frío y llovizna, es simplemente una cuestión de buen impermeable o paraguas, costumbre, y en mi caso me gusta ir escuchando musiquita. Y nunca sentí que estaba perdiendo el tiempo, fui a todos sitios donde tenía que ir, nada más que en vez de quedarme trabada en el embotellamiento de tránsito, elegí las callecitas más monas de la ciudad para caminar, y así fui a parar a este precioso mercadillo navideño que está en una zona peatonal.
Estoy convencidísima de que un podómetro en 4 días te va a enganchar tanto como a mí, así que te sugiero que este mismo fin de semana vayas a comprarte uno, o desempolves el que está archivado en aquel cajón. En Europa no tenemos excusa, Decathlon los vende baratísimos, por menos de 10 EUR tienes uno. En los otros países busquen en Google que seguro alguna cadena de farmacia o deporte los tiene disponibles.
Mientras encuentras tu pedómetro, no esperes más: aquí viene la patadita en el culete virtual que te da Lola para que abandones la pantalla y salgas ya mismo a caminar a buen ritmo por 15 minutos. No, no puede esperar. ¡Tu salud y tu bienestar no pueden esperar, preciosa!
Y ya que estoy tan mandona, a la vuelta quiero que me dejes un comentario.
¿Te he dicho últimamente que me encanta que me leas? un besazo y a ser felices.