Para ello, nada mejor que cuidarlos mientras hacemos otra cosa, casi sin darnos cuenta. Es más cómodo y sencillo. La mejor solución para ello son los calcetines exfoliantes, que ayudan a que la piel de los pies se vaya desprendiendo progresivamente de todas las células muertas que forman las durezas.
Aunque he probado otras marcas, me gustan sobre todo los de la marca Bonté, la marca de belleza de Día que se vende en las tiendas Clarel, porque son buenos y además son los que tienen el precio más bajo (no llega a 7 euros).
Vienen en un sobre de plástico en el que encontramos dos fundas de plástico también con forma de calcetín, así como unas tiras adhesivas para ajustarlos mejor al pie. Hay que abrirlos por la línea de rayas e introducir el pie, previamente lavado.
Después, hay que dejarlos puestos una hora y media y después volver a lavarnos los pies para eliminar todo el sobrante. Lo ideal es estarse quieta ese tiempo, pero por si acaso, podéis poneros unos calcetines normales encima de los de plástico y así podréis andar. No se nota ninguna sensación, sólo el gel sobre la piel, y no escuece ni molesta.
Y eso es todo. Los calcetines exfoliantes llevan ácido salicílico, aloe vera, ácido glicólico y ácido hialurónico entre otros compuestos.
Y ya está. De 3 a 7 días, comenzará a desprenderse de forma natural la piel del pie (como las mascarillas peel off, para entendernos). Es un proceso algo engorroso que es mejor no hacer si vas a llevar el pie descubierto. Por eso es mejor hacerlo en invierno.
Cuando acaba el proceso, el pie queda especialmente suave y ni rastro de durezas. Se recomienda hidratar la zona durante los 15 días siguientes.
¿Conocíais este tipo de calcetines? ¿Los habéis probado?