En los últimos cuatro o cinco años lo único que realmente he aprendido, hasta el punto de tenerlo grabado a fuego en mi mente, es que todo lo que ocurre es por algo, pero, por algo bueno. Siempre.
La experiencia me lo ha demostrado día tras día. Puedo decir que es mi mantra. Aquello en lo que creo a fe ciega y lo que dirige mi vida.
Hace cinco años quería estudiar en el conservatorio, estudié y trabajé muchísimo. Por razones de la vida, me cambiaron de profesor y lo sustituyó otro con el que no llegué a entenderme. Hice las pruebas y, en aquel momento, desgraciadamente me quedé a las puertas de entrar. Este hecho me entristeció muchísimo, quise dejarlo todo, no volver a tocar el piano, no volver a saber nada de la música... Pero llegó septiembre, un nuevo curso, para mi un año nuevo. Me conformé con ir a una escuela de música, y sinceramente, lo mejor que pude hacer. Conocí al mejor profesor que he tenido en mi vida, una gran persona y un gran profesional. Entonces, todo comenzó. En ese momento me dí cuenta de que todo ocurre por algo bueno. Viví esos dos años muy feliz, era realmente feliz. Disfrutaba muchísimo.
Otra vez, por circunstancias y preferencias de la vida, tuve que dejarlo. Desde entonces no he vuelto a tocar. Por aquél entonces, quería empezar mis estudios en una ciudad muy diferente a donde vivo. Y otra vez, la vida me dejó a las puertas. Tuve que conformarme con otra ciudad en la que nunca había querido vivir y ahora me encanta. Una lección que me dio la vida y de la que no me arrepiento. Entonces, estos acontecimientos ya no me afectaban. Me repetía a cada momento que si pasa es por algo, sé que la vida tiene algo bueno para mi, y sólo tengo que seguir mi camino.
Ahora, he conseguido llegar a donde realmente quiero, detrás he dejado muchas situaciones y muchas personas, soy consciente de ello. Pero sé que tiene una razón, que si esas personas tienen que estar en mi vida, lo estarán y la vida me lo demostrará. Del mismo modo, las situaciones que estoy viviendo ahora, sé que son aprendizajes, que me servirán para un futuro y que debo aprender de ellas.
Con todo esto no quiero deciros que crea en el destino o por lo menos no en el destino como tal, sino que nosotros mismos nos vamos creando nuestro propio destino. Vamos tomando caminos que nos llevan a diferentes cruces y nosotros decidimos. No quiero decir tampoco que no tengamos que luchar o que tengamos que asumir las derrotas como algo imposible de conseguir.
Todo lo contrario, lo que quiero transmitiros es que luchando de verdad, nos llega lo mejor. No tenemos que ver las malas noticias o situaciones como una derrota sino como una nueva oportunidad para aprender, hacernos más fuertes y crecer para las siguientes ocasiones. No tenemos que rumiar constantemente por la mala situación que estamos viviendo, sino analizarla y aprender de ello. Sacar lo mejor de cada momento vivido, saber disfrutar de los pequeños placeres y sobre todo ser fuerte y que no nos arrastre el huracán de la negatividad. Por que si estamos constantemente con pensamientos negativos, malas actitudes o desánimos no conseguiremos nada más.
Algo que tengo claro es que la felicidad no llega, sino que se consigue. Hay que ir detrás de ella, como una mariposa que no se deja atrapar, pero que cuando lo conseguimos no la dejamos marchar.
Todo lo que ocurre es por algo, tenlo como lema pero no como excusa.
A mi me ayuda a no sumergirme en negatividad y a poder dar de mi lo mejor en las situaciones que lo requiere, a poder disfrutar de la vida, pero sobre todo a seguir mi camino.
Mucho amor.
Me apetecía compartir con vosotros esta reflexión, como os dije hace unas semanas quería que el blog fuese más personal donde pudiera compartir todo aquello que me mueve. Espero que os guste este tipo de entradas. Si es así las seguiré haciendo. ¡Tenemos mucho de que hablar! Espero que os ayude a reflexionar y a conseguir la mejor versión de vosotros mismos. Por que realmente, esa es la meta, no lo olvidéis nunca.
¡Muuuuchos besos!