Esta receta casera y heredada de la abuela te resultará fácil y quedarás maravillada con su uso.
Tan solo tienes que poner al baño Maria una taza de aceite de oliva (preferible primera extracción) con un
buen puñado de flores secas de lavanda. Ponerlo a fuego muy lento para que así se impregne bien el aceite de la esencia de lavanda.
Colar, exprimiendo bien las flores que deberán estar empapadas del aceite y poner en una botella preferiblemente de vidirio. Guardar en sitio donde no le llegue la luz solar. Le puedes agregar unas esencia del perfume de lavanda o cualquier otro si lo prefieres.
Te lo aplicas en el cuerpo, la cara, siempre en círculos redondos y dejas actuar todo el tiempo posible. Puedes enjuagar con agua tibia.
Te encantará su aroma y la sensación de suavidad que deja en la piel.