Es el aprendizaje de una serie de ejercicios adecuados a cada grupo muscular de la cara, cabeza y cuello. No son demasiado complicados una vez asimilados. Pero se requiere de cierta práctica y de la técnica adecuada, sobre todo en alguno de ellos. De esta forma, podremos disfrutar y mantener las características de la juventud y retardar al máximo los síntomas del envejecimiento cutáneo.
Para la realización de los ejercicios faciales solo vamos a necesitar nuestras manos y cierta constancia. Esta constancia durante el primer mes será casi diaria y después podremos ir espaciando su práctica a por ejemplo 3 días a la semana. Las manos las utilizaremos a modo de resistencias, algo similar a lo que ponemos en práctica cuando ejercitamos cualquier otra parte del cuerpo con pesas, lo que aquí ocurrirá será que seremos nosotros mismos los que ofreceremos la resistencia, por medio de la correcta colocación de las manos en la zona a tratar.
La gimnasia facial bien entendida es la tonificación y la musculación de las zonas musculares de la cara. Pero “atención” a esto no se trata de gesticular exageradamente o forzar expresiones faciales como muchos de los artículos que hay por ahí. Se trata de mover la musculatura creando unas resistencias adecuadas con dedos y sabiendo donde posicionarlos. No tiene nada de metafísico ni de esotérico, es totalmente científico y lógico, lo que ocurre que aún hay mucho desconocimiento sobre el tema.
Una arruga no es tal hasta que la flacidez muscular la marca con cierto dramatismo. Es la falta de firmeza lo que delata el envejecimiento de la piel. Uno puede tener arrugas, de hecho hay gente joven que tiene arrugas, incluso antes de los treinta años, pero a pesar de todo siguen manteniendo su aspecto juvenil, ya que lo que realmente revela la edad de la persona no es primordialmente sus arrugas, sino más que cualquier otro factor es la falta de tersura y firmeza muscular. Al cabo de los años acaba ocurriendo esto, que el rostro pierde la apariencia de lozanía porque cae la musculatura y aparecen las arrugas, es la combinación de estos dos factores lo que nos lleva inevitablemente a reflejar nuestra edad. Es seguro que los años no pasan en vano, pero también es cierto que la mayoría de las veces el problema no radica en los años, sino en el estilo de vida que llevamos.
Pueden existir técnicas y de hecho las hay que nos ayuden a mejorar el aspecto físico de un rostro, como la cirugía estética, múltiples y diferentes tratamientos estéticos, infinidad de cremas y productos de cosmética, etc. Todos estos métodos actúan básicamente a nivel superficial, solamente sobre la piel, sus efectos no actúan en la totalidad y profundidad muscular, no hay mejoras en la biología de los músculos ni beneficios para el sistema circulatorio. En mi opinión el problema principal asociado a la edad, está en la flacidez y la destonificación muscular, este importante inconveniente no queda resuelto por ninguno de los remedios estéticos tradicionales, pueden ayudar en ciertos aspectos, pero ninguno de ellos obligan a una movilización voluntaria de la musculatura, no existen movimientos de flexión y extensión similares a cuando ejercitamos los músculos de cualquier otra parte del cuerpo. Los tratamientos estéticos son válidos, cuando son ellos los que acompañan a la actividad física. El sedentarismo, la inmovilidad y la inactividad favorecen la aparición de flacidez y caída general de los tejidos, la ausencia de firmeza y tono muscular en el rostro persistirá a pesar de estirar la piel quirúrgicamente, recurrir a infiltraciones o ponerse todas las cremas del mundo. Por el contrario el movimiento y la actividad generan vitalidad, tonificación y firmeza, aspectos obligatoriamente e intrínsecamente ligados a las personas jóvenes.
Este artículo está escrito por Alberto Gutiérrez y contiene fragmentos de su libro “GIMNASIA ESPECÍFICA PARA EL REJUVENECIMIENTO FACIAL”
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