Cualquiera que se pasee por un uno de ellos, se dará cuenta de que los productos que ofrecen no tienen nada que ver con los puestos de ropa y bisutería que se pueden ver en el clásico mercadillo donde se compra la fruta. Se puede encontrar casi de todo, especialmente complementos: bolsos, bisutería, fulares, sombreros, guantes… En muchos casos a un coste inferior al de los comercios tradicionales, aunque si es un puesto que presume de ser artesanal, puede que los precios sean similares a los de las tiendas, siendo su producto quizá único. Los adornos y abalorios de algunos de los puestos no tienen nada que envidiar a los de las tiendas. No sólo se puede encontrar bisutería en estos mercadillos o ferias de artesanía, sino también piezas realizadas artesanalmente en plata y con piedras semipreciosas.
Hay quien teme comprar en la calle. Es cierto que, al no estar siempre en el mismo sitio, en un puesto no ofrecen las mismas garantías que en una joyería o en una tienda de ropa, pero no son timadores, sino vendedores y artesanos. Aún así, tampoco hay que pecar de ingenuo. Es difícil, por no decir imposible, comprobar a simple vista que un producto sea realmente artesanal pero, por lo menos, uno puede intentar verificar que esté hecho con los materiales que dice el vendedor tocando y observando el producto.
Por ejemplo, si venden la plata como de primera ley, la pieza debería llevar grabados los números 925. Si no, un truco para comprobar si es realmente plata, es usar un imán. Si la pieza es atraída por el imán, no es plata de la máxima calidad. En el caso del cuero, el auténtico tiene un olor característico. En Navidad, las ferias abren sus puestos en la mayoría de las ciudades y en algunos pueblos e invitan a pasar una tarde entretenida fuera de casa.