Sobre el cuidado capilar circulan por Internet varias afirmaciones que no tienen base científica ni forman parte de las recomendaciones de los especialistas. Desde la frecuencia con la que debe lavarse, al uso de champú o cómo secarlo, que son algunos de los aspectos que más interés suele generar la higiene de nuestro cabello.
¿De qué depende la frecuencia adecuada? No existe la frecuencia ideal para el lavado del cabello. La periodicidad es muy personal. Contrariamente a lo que suele pensarse, este puede lavarse cada día sin que ello lo perjudique y si es necesario. La frecuencia dependerá de factores como el tipo de cabello y, en concreto, sobre la cantidad de aceite que produce el cuero cabelludo. No todas las personas tienen el mismo tipo de cuero cabelludo.
En algunos casos este es graso y, por tanto, el cabello tiene una apariencia aceitosa que puede incomodar a quien lo sufre. En este caso es posible que deba lavarse una vez al día. Esto, además, evitará complicaciones como la proliferación de ciertas levaduras y microorganismos, relacionada con la aparición de caspa y picor en el cuero cabelludo.
El champú permite eliminar la grasa producida por las glándulas sebáceas, donde quedan atrapadas las células muertas del cuero cabelludo y la suciedad. A medida que envejecemos, el cuero cabelludo produce menos aceite, por lo que es posible que no sea necesario lavarse con tanta frecuencia a medida que nos hacemos mayores. Los cabellos secos o normales no se ensucian tanto como los grasos, por tanto, no será necesario lavarlos con la misma frecuencia. Además, debe tenerse en cuenta que los champús pueden secar la piel.
Otro aspecto que debe tenerse en cuenta es la facilidad con la que se ensucia. Un cabello que se ensucia más (polvo, sudor, etc.) deberá lavarse más y, si es cada día, no hay problema. Lavar el pelo cada día, a diferencia de lo que suele pensarse, no lo pudre. Todo dependerá también del tipo de producto que se utilice para hacerlo. Tampoco es verdad que lavarse el pelo cada día acelere la caída porque el número de lavados no está relacionado con la velocidad del recambio piloso.
El champú, la clave de un buen lavado Lavarse el pelo es similar a lavarse la piel. El agua elimina la suciedad pero podría no eliminar olores; el champú ayuda al agua a eliminar la suciedad y los olores, como el del humo. Como aclara la Asociación Española de Dermatología y Venerología (AEDV), el champú es uno de los principales componentes de un buen lavado de cabello. Pero hay algunas creencias sobre este cosmético que conviene aclarar.
Por ejemplo, se asocia al champú con la pérdida de pelo, pero esto no es cierto porque un pelo que cae ya está dañado o "enfermo" previamente. Este mismo pelo, insisten, también caería al peinarlo o con el roce con la almohada. Pensar que el champú daña el pelo ha llevado al auge de la moda conocida como no poo (en inglés poo signfica literalmente "caca"), es decir, a prescindir del champú.
Sus seguidores aseguran hacerlo por motivos ecológicos al considerar que los champús tienen sustancias artificiales o aditivos químicos. Lo sustituyen por agua, bicarbonato y vinagre, miel o aceites esenciales. Desde la AEDV advierten sobre el uso de bicarbonato porque, si se abusa de él, se conseguirá el mismo efecto que con el exceso de champú.
Además, el bicarbonato tiene un pH más alcalino que el del cuero cabelludo, lo que puede favorecer la aparición de irritaciones. El champú más recomendable es el neutro, suave y lo más específico posible, sin aditivos químicos, sobre todo en el caso de que se tenga algún tipo de problema como dermatitis seborreica o psoriasis.
Pasos para lavarse el pelo correctamente Para lavar bien el cabello no es necesario usar mucha cantidad de champú, porque puede obstruir el poro y hacer que aparezca caspa, ni tampoco hacer con él una bola (si lo tenemos largo) y acumularlo en la parte alta de la cabeza. Además de enredarlo mucho, el cabello no se limpia bien así porque no llegamos al cuero cabelludo. Por tanto, un buen lavado pasa por:
Usar la yema de los dedos, haciendo un suave masaje en el cuero cabelludo, sin mezclar todo el pelo y permitir que la espuma resbale a lo largo de todo el cabello.
Enjuagar bien con agua abundante y dejar que fluya el champú a lo largo del cabello, sin frotarlo.
Puede usarse un acondicionador y un peine de púas para desenredar. Usar el acondicionador -recomendamos el natural- después del lavado si hay enredos.
Secar con una toalla: envolver el cabello en una toalla para absorber el agua o dejar que este se seque al aire. Si se usa un secador, debe tenerse cuidado con no utilizar la temperatura máxima. Además, es preferible hacerlo con un difusor porque, de lo contrario, el pelo puede acabar rompiéndose.
Cepillar el cabello cuando esté un poco seco: tanto para un cabello liso como rizado es preferible hacerlo con un peine de dientes anchos.
Dejar el pelo suelto, no atarlo en una cola de caballo, moño o trenzas.
El uso de gominas o espumas después del lavado no perjudica el cabello porque estos no llegan a la raíz del pelo y, por tanto, no pueden dañarlo. Están diseñados para actuar sobre el tallo, no la raíz.