Por eso, ahora que poco a poco se acerca septiembre, conviene darle un chute de nutrición para recuperarlo de los estragos del verano. Lo malo es que hay que tener cuidado con productos como las mascarillas, ya que aunque algunas afirmen no contener parabenos, sí tienen siliconas (o al contrario, dependiendo de la marca).
El caso es que para nutrir mi pelo siempre recurro a los aceites naturales. Me gusta mucho el de argá y también el de oliva. Y desde hace poco, se ha incorporado el aceite de coco.
El coco (tanto el aceite como el agua) se lleva usando desde hace muchísimo tiempo por sus propiedades nutritivas para el cabello, además de reducir el encrespamiento y ayudar a desenredar el pelo. Pero aparte, tiene muchísimas propiedades más.
Está especialmente indicado para el cabello grueso, seco y difícil de domar. Las personas con cabello fino pueden encontrar que este aceite se lo engrasa. Lo ideal, como siempre, es aplicarlo de medios a puntas y dejarlo un buen rato. Para potenciar el efecto, podéis envolver el pelo en una toalla caliente o aplicar el calor del secador.
Del mismo modo, también se puede frotar por el cuero cabelludo en caso de picores o caspa, ya que ayuda a calmarlos. Se usa también para ayudar a retirar la costra láctea de la cabeza de los bebés.
Y no sólo sirve para el cabello. También puedes usarlo como exfoliante (mezclado con un poco de azúcar moreno), como desmaquillante, para hidratar la piel, para prevenir estrías, para nutrir labios resecos, etc.
Si lo usas para cocinar, asegúrate de comprar el que es apto para el consumo humano. Es más sano que la mantequilla y estimula el metabolismo.
Cuesta en torno a los 5 ó 6 euros el frasco. Eso sí, procurad usar siempre el de cultivo orgánico y ecológico, ya que mantiene las propiedades intactas.
¿Conocíais sus propiedades? ¿Soléis usarlo?