Con este tratamiento, conseguiremos hidratar la piel y hacer que recupere un bonito tono natural gracias al cobre. Además, estaremos resguardándonos de la acción nociva de los rayos solares.
Paso a paso
1. Este ritual se inicia con una técnica de relajación que consigue hacernos desconectar dejando cuerpo y mente en perfecto equilibrio.2. Tras esto, se procede a una limpieza facial con una leche limpiadora de efecto calmante y descongestivo para eliminar todas las impurezas.
3. Se retiran los restos del producto con toallas calientes que generarán un completo bienestar, y a continuación se emplea un tónico para remineralizar, hidratar, calmar y refrescar el rostro a la vez que se regula el pH de la piel.
4. Después del tónico se exfolia la piel. Así, se consigue dar un aspecto completamente renovado y joven a la piel, ayudando también a la penetración de los posteriores productos biológicos del tratamiento.
5. Una vez exfoliada la piel, se aplica una mascarilla de extracto de cobre que actúa como antioxidante para proteger la piel de los radicales libres, activando la mesalina y actuando al mismo tiempo como antiinflamatoria para las pieles más sensibles. La piel recobra un natural y luminoso tono cobrizo, preparando la epidermis para la exposición solar. Además, el cobre es un gran aliado en el tratamiento de pieles sensibles aportándoles las defensas necesarias.
6. Tras la mascarilla, se aplica un hielo termal para potenciar la juventud del rostro, definiendo el óvalo facial, cuello y rictus. Este hielo termal es lo último en tratamientos para las arrugas, potenciando la oxigenación y la asimilación de los principios activos del cobre. Los resultados de este tratamiento son visibles desde la primera sesión, cerrando los poros y previniendo la flacidez y pérdida del tono. Asimismo, también activa la circulación evidenciando un rostro sano y fresco.
7. Por último, se aplica una emulsión de cobre con factor de protección que activa y ordena la tasa de melanina previniendo la piel de los rayos solares.