Pensé ¡! Complementos!! Mi gran sorpresa fue, cundo cruce el semáforo, que era toda una divinidad para otro sentido, además de la vista, el Paladar. Me quede repasando la delicadeza que habían conjugado esos molinillos con las texturas de los pasteles, Dulces de té, Catanias, Bombones, Mouses y Sorbetes. Mis pies se pararon justo en la puerta y me fije en la placa conmemorativa que tenía el establecimiento otorgado por la ciudad por los años de su servicio a la misma desde 1929. Imaginaros mis sentidos se despertaron todos, me había enamorado de los molinillos, las texturas y presentación de los pasteles, visualmente eran para probar y no parar. La antigüedad del servicio era pura artesanía, evolucionada con el tiempo de nuestras cocinas.
Entre y me pedí, después de dudar cual un pastel mouse helado con sabor a cítrico. Fantástica arquitectura de sabores y texturas. El personal de lo más encantador por la paciencia de una indecisa.
Os dejo esta recomendación si te pierdes en Barcelona encuéntrate en Pastelerías Mauri, los podrás encontrar en la Rambla de Cataluña nº 103 esquina con la calle Provença nº241. Si quieres también podrás degustar sus productos en su rinconcito de cafetería.
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