Hace poco cometí la locura de hacerme un moldeador en el pelo. Tengo el pelo rizado y largo, así que la raíz me pierde mucho volumen. Pensé en hacerme un moldeador para ganar ese volumen perdido, pero manteniendo mi rizo, ya que aunque me gustaría tenerlo muchísimo más rizado, no soy amiga de cambios ni en forma ni en color, y casi que ni en peinados. El simple hecho de alisarme el pelo ya me resulta un poco traumático, porque además de que no me favorece (soy de cara delgada y angulosa, y se me marca muchísimo más) me veo tan extraña que antes de terminar ya estoy arrepentida y deseando que llegue el momento de lavarlo.
El caso es que el resultado no fue en absoluto el deseado. Me quedó un rizo pequeñísimo tipo afro (que me encanta, pero que se encoge tantísimo que me lo veo súper corto), y sobretodo muy muy reseco. De hecho hasta se me aclaró el color, como si fuese septiembre y estuviese de vuelta de la playa. Así que no fue oh, disaster! porque tenía mis dudas sobre cómo podría terminar mi pelo, y me esperaba que se me estropeara un poco, pero no tanto.
Mi pelo además de rizado ES muy seco, y lo pongo así en mayúsculas, porque hay quien no entiende la diferencia entre ser y estar. Mi pelo es seco, como ya digo, desde la raíz, así que podeís imaginaros lo que se me estropean las puntas y lo largo y costoso de llegar a tener una buena melena en un estado medio decente. Es por eso por lo que para mí la hidratación no es algo de una vez a la semana o cada quince días como el resto de las mortales, para mí es una rutina desde que tengo memoria.
Normalmente combino productos comprados y otros caseros, he experimentado mucho y lo sigo haciendo, aunque hay ciertas cosas a las que soy fiel y no cambiaría por nada. Por ejemplo, la mascarilla que os traigo hoy la uso una vez a la semana, normalmente en fin de semana o el día que sé que tendré tiempo de dejarla reposar. Para los días entre semana prefiero hidratación más exprés.
La mezcla que os comento me deja el pelo maravilloso, hidratado y con brillo. La hago con diferentes aceites y a veces la combino con mascarilla comprada, para que la textura sea menos líquida y gotee menos la mezcla. El problema es que algunas mascarillas no mezclan bien con otros productos y quedan grumosas o hechas tropezoncillos (que también se puede usar, aunque no sea tan cómoda para extender) por eso dependerá de la que uséis. Os dejo explicado lo que yo hago (en este caso no he usado mascarilla).
Ingredientes
Aceite de oliva (si extra virgen mejor, se nota la diferencia)
Aceite de argán
Aceite de coco
Miel
Mascarilla hidratante específica para cabello dañado (opcional)
Procedimiento
Mezclar una cucharada sopera de cada cosa, aunque dependerá de la cantidad de pelo que tengáis y de lo largo que sea (yo lo llevo por la cintura y tengo bastante cantidad). Para melenas más cortitas lo mejor es que cojáis una cucharilla de postre y vayáis sopesando poco a poco cuánta cantidad va saliendo.
Templar en el microondas. Aquí hay que tener mucho cuidado, tan solo templarlo sin que se ponga demasiado caliente. Hay que tener en cuenta de que el aceite se calienta muy pronto, y podéis quemaros las manos. Además, si está demasiado caliente tampoco es bueno para el pelo, sería como freírlo un poco. También hay que tener encuenta que los aceites al entrar en calor pierden propiedades, y el de oliva es uno de los que más se deterioran con el aumento de la temperatura. Lo mejor es darle poquito tiempo e ir probando.
Dependiendo de cómo sea vuestro cuero cabelludo así aplicaremos el producto. Para evitar demasiada grasa en las raíces lo mejor es hacerse una coleta, y aplicar la mezcla desde las puntas hacia arriba. En mi caso incluso el cuero cabelludo es muy seco, así que me pongo toda la mezcla sin problemas por toda la cabeza.
Peinarse para ayudar a repartir la mascarilla de forma más uniforme.
Envolver la coleta en un plástico de film, y una vez envuelto recogerlo en un moño. Así aguantará más tiempo sin desmoronarse (el film va resbalando a causa del aceite), por lo que yo aconsejo que una vez el recogido hecho, se utilice una diadema elástica (si es de las anchas mejor) para envolver el moño y terminar de asegurarlo.
Lo ideal es tenerlo sobre 45 – 60 minutos antes de lavar. Personalmente noto más efecto dejándolo varias horas, pero esto ya depende mucho de cada cabello (si es poco poroso, lo normal es que se note la misma hidratación; por el contrario cuanto más seco y poroso, más absorverá).
El lavado como siempre. A mí con una pasada de champú me sale bien, pero depende de si se ha extendido bien la mascarilla y de forma uniforme. Al principio es complicado cogerle el tacto, lo suyo es poner menos cantidad cuanto más arriba, ya que el pelo estará menos dañado en esa zona. En caso de notarlo pegotoso, otra manita de champú y listo.
No uso después del champú ni mascarilla ni acondicionador, simplemente seco y peino como de costumbre.
Ya me comentaréis qué tal os va si la probáis. Yo os puedo asegurar que es mano de santo, y que incorporándola a la rutina habitual se consiguen muy buenos resultados. Eso sí, hay que ser constante, pero en dos obtres aplicaciones empezaréis a notar cambios.