Hola a todos y bienvenidos un lunes más.¿Qué tal el finde? Espero que hayáis podido descansar para empezar la semana con fuerza pues por aquí hemos tenido un par de días muy bonitos. Bueno, ayer de repentre cayó un chubasco pero por lo demás genial.
Hoy me apetecía empezar riéndonos un poco así que voy con un par de anécdotas. Si os apetece leer más anécdotas de esas que me pasan, caídas, encuentros absurdos con famosos, recordar cuando llevé a mis hijos hechos una facha o cuando pillé garrapatas en la pestaña de arriba que pone anécdotas, justo debajo del cabecero, las tenéis.
Siempre es mejor un moreno natural, de playa.
La adolescencia y el autobronceador.
No hay peor época que la adolescencia, a veces hacemos cada cosa para estar guapas que años después nos quedamos alucinadas.
A mí siempre me ha gustado estar morena, y por el verano cojo el color bastante bien, pero en invierno soy blanca, por muy morena que me ponga en verano en invierno soy blanca, y claro, en la adolescencia eso era un drama y una tragedia.
Recuerdo que una compañera de clase apareció un día luciendo un moreno que en aquella época no era normal. Y tras un exhaustivo interrogatorio en el que algunos la acusaban de ponerse la lámpara de rayos UVA(como si eso fuera pecado mortal) confesó que había usado un autobronceador, y tras otro interrogatorio, más exhaustivo aún, nos dijo la marca, que vendían en farmacias.
Y en ese momento esta muchacha me creó una necesidad, y os juro que necesitaba, valga la redundancia, imperiosamente ese producto milagroso.
En casa convencí a mi hermana para que lo comprara a medias conmigo porque la chica nos había dicho el precio y no me alcanzaba con lo que tenía ahorrado. Y mi hermana, deseosa de estar guapa y divina accedió.
Recuerdo que mi madre nos dijo que eso no siempre quedaba bien, que había que preparar muy bien la piel, insistió en que esperásemos a que ella estuviese en casa para ayudarnos(trabajaba pero no llegaba tarde y daba tiempo de sobra) pero nosotras ni caso, fuimos a la farmacia, lo compramos y corrimos a casa como unas locas.
La piel la limpiamos bien, eso sí, y aplicamos el producto como indicaba el fabricante. Las instrucciones decían que en un par de horas se podrían, insisto en el condicional, podrían ver algunos resultados. Y como al cabo de un par de horas a nosotras no se nos notaba nada obviamos ese podrían, y sin esperar un poco más y sin ningún cuidado nos aplicamos otra capa de autobronceador en la cara, cuello, escote y manos.
Pasaba el tiempo y no veíamos cambio alguno así que aplicamos más y sin esperar a que se secara fuimos a la cama, con mi madre diciendo que eso no iba así, y meneando la cabeza.
Cuando al día siguiente vimos nuestras almohadas marrones supimos que algo de efecto había hecho.
Pero¡¡¡Horror!!!! Nosotras no quedamos morenas quedamos parcheadas y amarillas.
Desesperadas empezamos a lavar la cara con jabón, con una leche limpiadora de Johnson`s que creo que no fabrican, con alcohol y agua oxigenada y acabamos echando Nivea de tarro azul, que era la cura mágica de entonces, pero nada, todo fue envano.
Y al ver que no se iba nos pusimos base de maquillaje con un montón de polvos compactos para ir a clase, pero aquello no había quien lo disimulara.
Y lo peor fue que por entonces estaba de moda el programa Humor amarillo, y un compañero de clase tuvo la genial idea de decir que parecíamos sacadas del programa.
Conclusión; Durante todo el curso nos llamaban las humor amarillo. Y desde luego no recomiendo usar autobronceadores, y si se hace, paciencia, una sola capa y esperamos a que seque muy muy bien.
Si alguien aparece con un moreno muy chulo y dice que es de autobronceador no lo creáis, será de rayos UVA y no lo quiere admitir.
Ahhhh, y no solo se aplica en las manos, se debe subir un poco por los brazos.
Un día de playa siempre es mejor que un autobronceador, ainnns.
Autobronceador en las piernas.
Después de mi experiencia adolescente nunca había vuelto a usar un autobronceador. Pero cuando mi hijo pequeño iba a hacer la Comunión yo estaba muy morena de cara y brazos por salir por ahí con mis hijos, pasaba mucho tiempo al aire libre, pero siempre iba en pantalón y las piernas estaban muchísimo más blancas que la cara y los brazos.
Siempre me pasa, tengo la suerte de ponerme morena rápido, pero es moreno de obrero que me cuesta un montón igualar.
El año anterior para la Comunión de mi hija había llevado un vestido largo y con medias no se notaba la diferencia, pero para la de él iba a llevar un vestido más corto y no quería ir bicolor por el mundo.
Recuerdo que probé muchas medias pero había diferencia de tono con los brazos, y una amiga me dijo que podía usar toallitas autobronceadoras para las piernas aunque luego llevase medias, para igualar un poco.
Dudosa accedí y compré un par de toallitas en la farmacia, creo que eran de Comodynes, aunque no estoy segura.
Me exfolié las piernas y lo apliqué muy bien porque no quería volver a ser humor amarillo y encima parcheada.
Las indicaciones decían que había que lavarse muy bien las manos al terminar, cosa muy lógica.
Cuando acabé y me iba a lavar las manos llamaron por teléfono y lo cogí, pero fue una cosa muy muy breve y os aseguró que no tardé ni dos minutos en lavarme las manos, la llamada fue cosa de poquísimo tiempo.
Y al colgar me lavé a conciencia, con jabón y agua calentita.
A la mañana siguiente mi piernas tenían un color relativamente uniforme, al menos con medias quedarían pasables pero las palmas de las manos las tenía de un negro tirando a marrón pardusco horrible y encima churretosas, vamos un desastre.
Esa llamada telefónica fue mi perdición pues seguramente al lavarme solo se retiró una parte del producto, el resto ya había sido absorbido.
No os imagináis la pinta de mis manos, parecían sucias, Grrrrr. Definitivamente los autobronceadores no son lo mío.
Conclusión; Para aplicar estos productos es mejor usar guantes o no contestar al teléfono te llame quien te llame.
Por si alguien lo quiere saber me pasé la Comunión con las manos escondidas, pegadas al cuerpo, apoyadas o cruzadas, y para dar los detalles de recuerdo a los invitados yo sujetaba la cesta y repartían las cositas los niños,jajajaaja.
Y días después seguía igual, el efecto duró unos cuantos días.
Bueno, pues hasta aquí las dos anécdotas que espero que os hayan gustado o que al menos sivan para reír un poco. Por cierto, un amigo de la familia cuando nos ve a mi hermana o a mí aún nos llama Humor Amarillo y se arrepiente mucho de no tener fotos de ese momento porque según él éramos un cuadro,jejejeje.
Y vosotros;¿Tuvísiteis algún percance parecido?¿Qué opináis de los autobronceadores?¿También tenéis moreno albañil?
Besos y hasta mañana!!!!!