Y un día, de golpe, empiezas a plantearte cosas que antes no hacías. O , mejor dicho, empiezas a ver anormales cosas que antes, hace unos años, veías normales. Esto es, cuando tenías 18 años habías planificado tu vida y sabías dónde querías estar ahora mismo, cómo sería, con quién la compartirías y cuántos hijos tendrías. Sí, seguro, no te intentes engañar a ti misma porque más del 80% de las mujeres ( los hombres no piensan tanto como nosotras) nos ha pasado y es ahora con una edad adulta cuando echamos la vista atrás y vemos que, casi ninguno de esos ‘objetivos’ se nos han cumplido.
Pero…. ¿eso es por qué nos ha salido mal la jugada o más bien porque cuando maduramos vemos la vida de otra forma? El otro día mismo hablando con un amigo salió el tema de los tatuajes y yo que llevo uno que no me gusta dije: ‘no piensas igual con 17 años que ahora con 30′ y es que ahora mismo si me hiciera uno no sería el que llevo ni en el sitio en que lo llevo. Y, ¡es cierto! La vida no se ve igual, no pensamos igual, evolucionamos, maduramos, pero en todos los aspectos de nuestra vida.
Raro es aquella pareja que sigue hoy en día, con mi edad claro, y empezó en el instituto. O cuando pensábamos que íbamos a estar trabajando en ese trabajo soñado por el que estudiaste la carrera, por ejemplo. La vida no es así y nos va enseñando, poco a poco, que si no luchas por tus sueños, no se van a cumplir. O cuando oyes la frase de tu madre de ‘yo a tu edad ya estaba casada y, al menos, con un hijo’ piensas… ‘sí, yo hace 10 años también me veía casada y con un hijo’ pero… ¿qué ha pasado? No es que no hayamos cumplido nuestros objetivos o sueños; si no que hemos madurado. Nos hemos implicado más en nuestra vida laboral, en cumplir otros sueños y otros objetivos que han ido surgiendo a lo largo del camino y otras metas. Y también, porque nos hemos dado cuenta de ‘cuánto daño nos ha hecho Disney y todas las películas de cuento de hadas’ donde nos inculcaban que necesitábamos un prícipe azul en nuestra vida. O también, porque hay veces que la cultura nos ha inculcado que si tienes 30 y no tienes ni marido (o mujer) ni hijos, has fracasado. No perdone usted, a lo mejor mi vida es plena sin tener que llegar a ese punto. A lo mejor no todo el mundo quiere casarse o tener hijos. A lo mejor es que he madurado de otra forma que me doy cuenta que los estereotipos ya no sirven para nada. A lo mejor quiero todo eso, pero más adelante.
Vivimos nuestra vida como queremos, cuando queremos y con las personas que queremos. Vamos madurando de una forma u otra, bien por lo que aprendemos por el camino, bien por lo que nos enseñan las personas con las que vamos compartiendo cada etapa de nuestra vida. No somos unos fracasados por no cumplir esos objetivos que nos marcamos a los 18, porque, tal vez, ahora seamos más felices viviendo la vida que vivimos que aquella que imaginamos.
Seamos felices, vivamos el hoy, el ahora y dejemos de planificar nuestra vida, nuestro futuro. No deberíamos ni planificar el mañana ni, mucho menos, dejar que nadie nos influya en nuestra toma de decisiones ni influya en nada. Nuestra felicidad se encuentra marcada por aquello que nosotros decidimos y somos infelices sólo, y sí repito el sólo, porque nosotros queremos serlo.
Pero eso no significa que de golpe cambiemos. Peter Pan tenía razón cuando decía que siempre seremos unos niños. Porque esa faceta de nuestra vida es la que no debemos olvidar ni dejar de lado en ningún momento….. Nunca debemos dejar de soñar ni de volar hacia nuestras metas.
La vida es eso que nosotros vamos labrando día a día.