La piel es el mayor órgano del cuerpo y actúa como barrera protectora frente al mundo exterior: una buena salud depende de una piel sana, hidratada y cuidada. La mejor manera de cuidarla es evitar las agresiones físicas que la perjudican y, a medida que nos hacemos mayores, hidratarla, puesto que el paso del tiempo hace que las moléculas de colágeno vayan cambiando de estructura y cada vez retengan menos agua y aumente la flacidez.
Por ello, la función principal de los productos cosméticos (cremas, champús, etc.) es dar a la piel compuestos para que las membranas celulares de la piel se mantengan sanas, fuertes y con capacidad de retención de agua, así como limpiar y regular las secreciones de grasa, etc.
Este proceso es posible porque la piel absorbe las sustancias con las que entra en contacto mediante la llamada "absorción percutánea". Y esto quiere decir que muchos compuestos de la cosmética no se quedan sólo en la piel, sino que llegan a los vasos sanguíneos y linfáticos y se dispersan por todo el cuerpo (pensemos en, por ejemplo, los parches de nicotina). Así, según qué productos haya en la crema que usemos, pueden aparecer en los riñones, hígado, etc. y quedar acumulados allí, pues el organismo no puede metabolizarlos.
Por ello es muy importante conocer de qué están compuestos los cosméticos que nos aplicamos. Pero como leer una etiqueta de cosmética requiere conocimientos de química y de latín... desde EquiMercado queremos daros información acerca de unos cuantos compuestos que consideramos que deberíamos evitar, por ser perjudiciales para la piel y para nuestra salud. Se trata de productos muy extendidos que encontraremos en la mayoría de cremas y champús convencionales, pues son legales y baratos.
Aceites Minerales: son derivados directos del petróleo muy baratos. Ofrecen una textura fina y sedosa y con sensación de alta hidratación. Pero en realidad, lo que hacen es crear una película de aceite que obstruye los poros, impide la transpiración y deshidrata la piel. Se esconden bajo el nombre de Paraffinum, parafinum liquidum o directamente como aceite mineral o "mineral oil". Se encuentran en la mayoría de los aceites infantiles, en la mayoría de cremas hidratantes del mercado y en muchos protectores labiales y pintalabios.
Sodium Lauril Sulfate y el Sodium Laureth Sulfate: son los detergentes y espumantes del 95% de los champús y geles de baño tradicionales. Estos productos, empleados, por ejemplo, en el desengrasado de máquinas y motores, son muy irritantes y poco respetuosos con la piel ya que eliminan toda la grasa natural. Eso sí, generan espuma.
Parabens: su uso es muy habitual en cosmética debido a su efectividad antibacteriana y antifúngica. Los parabens imitan a las hormonas del propio cuerpo, interfiriendo en el sistema endocrino: el hipotálamo, los ovarios, el tiroides, etc. Se han encontrado parabens en tumores cancerígenos de mama, en la leche materna, etc. Para evitarlos, busca en la etiqueta del producto nombres como Benzylparaben, Butylparaben, Ethylparaben, Isobutylparaben, Isopropylparaben, Methylparaben y Propylparaben.
Otros compuestos que no son tan usados en la cosmética tradicional, pero sí que aparecen en productos más específicos y que recomendamos no aplicar en el cuerpo son el aluminio en deso-dorantes (normalmente en forma de Clorhidrato de Aluminio), Diethnolamina (DEA), algunos colorantes, liberadores de formaldehido (compuestos que acaban en -urea), y aromas y perfumes sintéticos.
La mejor forma de evitar estos productos es elegir cosmética natural, que prohíbe taxativamente su uso. Y, muy importante, también veta el uso de las nanoparticulas, sustancias muy extendidas en la cosmética, muy difíciles de detectar y cuyos efectos sobre el organismo se desconocen.
Más información: www.equimercado.org
Fuente: http://www.fundacionadsis.org