Podríamos decir que Londres es la capital del vanguardismo, pero Milán se ha convertido en la capital de la elegancia, al combinar la modernidad con la tradición. Durante 5 días pudimos ver propuestas muy diferentes, desde el minimalismo en las formas y siluetas, hasta outfits con un cierto toque punk, pasando por estilos de sastrería clásica.
La semana de la moda italiana empezó fuerte, con el desfile de los gemelos canadienses de Dsquared2. Estos apostaron fuertemente por las pieles, con influencia de su tierra natal, como podemos observar en los sombreros, aunque también se nota un influjo del estilo western en las piezas de cuero.
Los desfiles no paraban de sorprender a todos durante los siguientes días, como en el caso de Versace, que habíendonos acostumbrado a la opulencia y al exceso, esta vez presentó una colección minimalista, con líneas rectas y un escaso uso de estampados, siendo el color y los tejidos los principales protagonistas. Esta sencillez también se pudo ver en el desfile de la firma Les Hommes, pero con un enfoque urbano y sport.
En cambio, Dolce & Gabbana continuó con su estilo barroco, pero esta vez otorgándole más importancia al sportwear, creando un gran número de sudaderas con tejidos poco habituales para continuar dando esa elegancia a la que nos tienen acostumbrados.
Calvin Klein Collection, al igual que Versace, también creo una colección minimalista, con una gran importancia en los tejidos, siendo la escala de grises los colores utilizados, con algún toque azul. Podemos encontrar diferentes siluetas: oversize, slim fit, reloj de arena y la línea trapecio, creando grandes volúmenes.
Finalmente, el desfile más controvertido, Gucci uno de los símbolos de la elegancia atemporal, nos recordó a la escena en la que el amigo de Billy Eliot se prueba la ropa de su madre. Camisa con cuellos lazo o con chorrera, volantes y encajes son elementos que describen a esta poco acertada colección.
Gucci
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