hoy os traigo algo bastante curioso e interesante ya que desde hace un tiempo me viene resultando atractiva la cosmética natural como alternativa a los tratamientos de grandes casas comerciales con los que, como esteticista, he trabajado en más de una ocasión. Soy una fanática declarada de los remedios caseros y más si son efectivos, así que os dejo con esta pequeña entrada sobre una especie muy usada en la cocina y que tiene otros diferentes usos.
Todas sabemos donde encontrar el Azafrán (flor del Crocus sativus) ya sea en polvo o directamente de hebras cuando estamos cocinando. Da un tono amarillo a pastas, arroces y patatas en determinados guisos pero lo que no sabíamos es que también es nuestro aliado en el cuidado de la piel.
¿De dónde sale el azafrán? Se extrae de las estigmas de la flor del azafrán una vez seco, el estigma es la parte roja y alargada donde se concentra el polen en las flores y punto vital de su reproducción en el proceso de polinización. El polvo resultante o las mismas hebras se caracterizan por un distintivo sabor amargo, aroma y el inconfundible color amarillo.
La dificultad de su cultivo, al igual que en otras especias y plantas, hacen de él su sobrenombre de "oro rojo" por el elevado coste de recolección y procesado.
¿Cómo actúa en nuestra piel y cabello?
El uso del Azafrán como cosmético se extiende hasta los tiempos de Cleopatra y sus famosos baños de leche, en los que incluía un poco de este condimento por su aroma y color. Cleopatra se perfumaba, entre muchos otros perfumes que ella misma se hacía, con el Azafrán y el color amarillo aportaba a su piel un suave matiz dorado ya evidente en su piel bronceada.
Los griegos y romanos lo usaban como perfume y como base de tintes de coloración, en la gran mayoría de casos, por las mujeres, que tenían gran envidia de las largas y doradas melenas de las esclavas nórdicas y querían el mismo tono de cabello. Tenían otros métodos de tintura no tan naturales que castigaban y maltrataban aún más el cabello llegando al punto de la perdida casi total del mismo.
Los árabe conocían sus propiedades medicinales anestésicas y antiespasmódicas (relajante muscular en caso de lesiones leves o medio leves como espasmos, contracturas o esguinces), y se cree que fueron ellos quienes introdujeron el cultivo de la flor en territorio español.
Hoy en día todavía forma parte de algunos rituales de belleza de las mujeres marroquíes, que lo mezclan con rosas, aceite de argán y henna para hidratar, iluminar y suavizar la piel y el cabello.
La cosmética actual tiene muy en cuenta sus beneficiosas propiedades, ya que posee una alta concentración glicanos, unos polisacáridos que actúan como agentes conservantes y nutricionales celulares manteniéndolas más sanas y estables por más tiempo. Para que lo entendáis más fácilmente, es un poderoso atenuante de manchas, arrugas y líneas de expresión. Esta acción se debe al crocín (responsable de la coloración amarillenta) que actúa como antioxidante en el funcionamiento de las células, disminuyendo la inflamación y controlando las enzimas causantes de la manchas de la piel.
Efectos en la piel y el cabello.
Aclara y rejuvenece la piel.
Suaviza, hidrata y limpia de impurezas y acné.
En el cabello, actúa de similar manera, aportando brillo y fortaleza capilar.
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Un saludo enorme y nos vemos en la siguiente entrada.