Por una parte, están aquellas que siempre abogan por la elegancia, sí o sí. Por otra, aquellas a las que, por casualidad, les suena la flauta de vez en cuando y consiguen ser elegantes. Hay quienes deciden apostar por la originalidad y lo consiguen sin dejar de lado el estilo (lo cual a veces es una auténtica paradoja). Y otras que también lo consiguen y… ahí se quedan, siendo originales. Éste es el caso de Gwineth Paltrow, cuya elección espero siempre impaciente por su desbordante sofisticación y cuidada sobriedad. No obstante, este Marc Jacobs me ha dejado pegada a la pantalla del ordenador durante varios minutos, tras los cuales he concluido que… Que sigo sin despejar mis dudas. El color es el único acierto incuestionable de un vestido cuyo diseño de aire minimalista y patrones de tintes marcadamente geométricos lo incluirían fácilmente entre los top ten. Pero no sé muy bien si le sobra tela, volumen, la cintura no se ajusta al cuerpecito de la actriz o el tejido carece de la languidez necesaria para obtener un etéreo movimiento de esos que hipnotizan… Pero el clímax se me viene abajo al no conseguir ver más allá de una especie de saco. Con estilo, eso sí, pero un saco.
Algo parecido me pasa con el vestido largo de color primaveral y una ligereza digna de las musas. Pero sigo sin apreciar la gracia de las anillas mochileras que adornan tirantes y cinturón del Roberto Cavalli de la Miss Mundo 2007.
Sin embargo, el outfit de Kate Moss no me provoca ninguna duda. Bueno sí, sólo a la hora de compararla con Massiel o Sara Montiel. El largo tobillero, el vuelo desmedido, las flores de lentejuelas, la estola dejada caer sin ton ni son, el bolsito, que se acerca más a una mariconera que a un clutch, y las sandalias de tiras que le hacen unos tobillos voluminosos. Veinte años, como mínimo, se ha echado encima la Moss con este look.
Lo de Victoria Beckham todavía lo estoy encajando. Sus creaciones son puro minimalismo, pero mis conclusiones al respecto pasan por analizarlas una a una. Creo que en esta ocasión son los salones blancos los que me hacen ver con otros ojos su outfit. Eso y, tal vez, el largo desmedido de su falda.
Y aquí vienen aquellas que han conseguido originalidad y elegancia, de la mano de Vionnet; una sensualidad políticamente correcta, inundada de marsala y brillo, acertada, ahora sí, por Marc Jacobs para la diosa de ébano; y ese no sé qué que tiene la moda, impreso sobre Charlene Choi, que me ha pegado de nuevo a la pantalla del portátil, aunque ahora con la fascinación con la que se admira una obra de arte.
Esta imagen de la Gala Amfar Hong Kong 2015 es la que sigue manteniendo viva la llama del glamour y el gusanillo de lo inesperado en una auténtica alfombra pisada por celebridades, sea cual sea su color.
Imágenes de Vogue.
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