Este post podría haberse titulado ?Divagaciones sobre cocinas?, ?Búsqueda de la cocina ideal? o amplias versiones de algo parecido.
Deseaba hablaros de que estoy inmersa en el proceso de investigar y descubrir mi gusto propio por algo (LAS COCINAS), sobre lo cual nunca antes me había planteado tener un gusto.
Hablaros de que desde hace semanas estoy enganchada a los deco-realitys de Divinity, en los que dos guapos y altos gemelos te diseñan y montan el paraíso en una casa desastrosa que nadie más parece querer comprar.
Quería contaros que tras ver y admirar millones de imágenes, en un alarde de crear una modesta guía para principiantes (si es que los hay más que yo?), creo que existe una lista de requisitos necesarios que toda cocina debe tener: atemporalidad, calidad de los materiales para resistir al tiempo, no escatimar en los electrodomésticos y que tuviera una práctica distribución?
Y por supuesto, ansiaba hablaros de mis preferencias, de las cosas que ya tengo claras que deseaba plantar en ese espacio. Estaba todo visualizado y hablado entre los dos. Queríamos muebles de madera blanca con molduras, un rollo provenzal sin pasarse de rústico, con alguna vitrina. Nada de lacados ni brillos, todo mate. Ah! y tiradores en forma de conchita.
Imaginábamos NUESTRA ENCIMERA de madera. Y digo NUESTRA ENCIMERA porque para nosotros ya tenía vida propia, vivía y palpitaba intensamente en nuestras cabezas. Habíamos empezado a valorar el mármol blanco (con pocas vetas) como una posible alternativa, porque de madera requeriría un tratamiento cada cinco años y mimos a diario. Ya bastaba con las coladas y los curros hasta las tantas.
Tenía todo pensado.
Y dispuesta a ello, a escribir un nuevo post sobre todo esto, algo se metió de por medio y dio al traste con mis planes.
Maldito tamaño de las cocinas españolas.
Malditos los que las diseñan y piensan que una pareja, con deseada futura familia, puede desarrollar su vida cómodamente cuando la habitación en la que pasan despiertos el 70% de su tiempo sólo mide 2x3 metros.
Malditos los que diseñan y no tuvieron en cuenta que a los españoles nos gusta cocinar y comer. De eso va serlo.
Malditos y mil veces malditos porque yo deseaba con todas mis fuerzas poner una mesa en la cocina para comer, cenar y desayunar. Deseaba sobremesas en petit comité con los míos, toma de decisiones frente a frente hincando los codos sobre sólido (para pensar y mirarse a los ojos), improvisadas mesas de estudio, aperitivos de finde, y (sólo quizás) espera de salidas nocturnas de adolescentes.
Lo deseaba tal y como sucedió en casa de mis padres, en la de mis abuelos y algo más allá.
No me gustan las barras americanas. Leñe, soy española.
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