Sentada al lado de la ventana, oigo la lluvia caer y romper contra el suelo, dulce melodía que adormece mis sentidos, que paraliza mi mente con una invitación al sentir, emocionarme, buscar, encontrar y liberarme…
Sentada al lado de la ventana pienso si no sería apremiante cortar el árbol podrido de raíz para plantar uno nuevo que nazca sano, que crezca fuerte y se haga noble.
Tristeza cuando el arrebato del más sagrado derecho a tantas almas no provoca reacción. Impotencia cuando quien puede actuar no escucha, ignorando cualquier conciencia humana. Rabia cuando quien puede hacer no hace, sino que deshace, destruye, perjudica, obstaculiza. Odio cuando no se ve atisbo de humanidad. En tantas personas. Como hojalata que al paso del tiempo se corrompe, se oxida, se estropea, se ennegrece y enferma todo lo que toca. ¿Pueden considerarse personas? Siento estrujarse algo en mí.
Sentada al lado de la ventana, miro el cielo. El mismo que veo todos los días. Pero hoy lo veo distinto.
Sueños que rompen contra el suelo como lo hacen las olas al chocar contra las rocas, como lo hace un cristal contra una piedra, como lo hace una ilusión al caer al vacío, como lo hace una esperanza al convertirse en imposible…
Ruido…Abandono…
Sentada al lado de la ventana me inquieto… no quiero sentir lo que siento, pero es lo que veo.
¿Cuándo silenciaremos el ruido para escuchar y actuar sobre aquello que verdaderamente importa?
Sentada en mi ventana oigo la lluvia caer.