Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarnos con la persona adecuada, en el momento exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.
Aristóteles, Ética de Nicómaco.
En nuestro país está en auge la creación de empresas, el montarnos un negocio, y qué mejor que hacerlo con una persona de confianza, con un amigo o amiga íntimo. Pero los que os tirasteis a la piscina o lo queréis hacer, seguramente habréis escuchado casos en los que dicha amistad se ha roto por incompatibilidades o por no haber sabido llegar a acuerdos. ¿Dónde está el truco del éxito? Pues amig@s, una vez más reside en la Inteligencia Emocional, un concepto tan importante como desconocido. Tranquil@s, que no cunda el pánico. Si no sabes lo que es, estás a punto de saberlo, y, además, te adelanto que se puede mejorar o potenciar.
Como pasa siempre, hay muchas definiciones de la IE, pero yo me voy a basar en la de Daniel Goleman, experto en la materia. Según este psicólogo, la IE recoge esas habilidades que nos permiten conocer, identificar y manejar nuestras propias emociones, las de los demás, motivarnos y establecer relaciones sanas. Vamos a poner un ejemplo aplicado de cómo influye la IE en el afrontamiento de los conflictos en el trabajo: imaginemos que tenéis una reunión muy importante y tu compañero o compañera llega bastante tarde, lo que supone un punto negativo cara a ese cliente. Podemos ponernos en el lugar del que espera e imaginar que puede sentirse molesto o enfadado. Pero sólo nuestras habilidades para gestionar dicho altercado van a determinar la consecuencia entre vosotros. ¿Qué competencias emocionales describirían a un trabajador estrella? Ahí van:
1. Competencia personal
1.1. Primero, me conozco: soy consciente de mis propios estados internos y mis intuiciones. Conozco cómo puedo reaccionar cuando me enfado y sé que no sería bueno expresarlo en este momento. Confío en mí.
1.2. Me autorregulo: dado que soy consciente del punto anterior, manejo mi emoción de enfado. Respiro, me tranquilizo.
2. Competencia social
2.1. Intento ponerme en el lugar del otro: en primer lugar estaría bien no juzgar la acción del otro en el momento de enfado, ya que probablemente lo único que nos venga a la cabeza sean pensamientos negativos como ?no debería haber llegado tarde?, ?lo está echando todo a perder?, etc. Vamos a distraernos o concentrarnos en el contenido de la reunión, y ya interpretaremos su comportamiento después.
2.2. Al terminar, nos comunicamos: pregunto, no juzgo. Puede que la interpretación que yo haga de su comportamiento no se ajuste a lo que realmente ha pasado y cause un conflicto innecesario. Por ejemplo, yo puedo estar pensando que se ha dormido, que no ha sido responsable y no ha tenido en cuenta la reunión, y a lo mejor ha tenido que ir a socorrer a su madre porque ha tenido un accidente doméstico. En este punto entran en juego nuestras habilidades sociales, es decir, la capacidad para defender mis derechos sin hacer daño al otro. Si nos ha molestado esta acción, sea cual sea el motivo, está bien que lo expresemos. El kit de la cuestión está en cómo decirlo.
Por lo tanto, chic@s, las relaciones interpersonales, ya sea en el trabajo, en casa, con un amigo o con un familiar, siempre tienen altibajos. Pero pueden llegar a ser exitosas. Y eso sólo depende del esfuerzo que pongamos en conseguirlo.
Para más información sobre Inteligencia Emocional o cómo potenciarla, puedes ponerte en contacto conmigo a través del correo electrónico sherreros@psiquepsicologos.es
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