El mejor de los regalos para una madre…el cariño
“Que no, que no es una frase hecha, ni lo digo porque sé que ella va a leerlo. Es que es cierto, mi madre y yo tenemos la mejor de las relaciones, somos cómplices y amigas, la envidia del resto de mi grupo. Siempre nos ponen de ejemplo y de inspiración, no son pocas las veces que mis otras amigas me piden ayuda para conseguir esa relación tan especial con sus madres”
Seguro que todas habéis sigo testigos alguna vez de un comentario como este. Son mucho más que palabras bonitas para dedicar a tu madre. A todas nos hubiese encantado ser nosotras las protagonistas de esa historia.
Bueno, aunque muchos expertos suelen decir que una madre debe ser solo eso y que no es positivo que se convierta en amiga, me es complicado compartir esta opinión, prefiero valorar a mi madre no sólo como madre, sino como consejera, confidente y aun protectora.
Nunca sentirás que nadie te apoya más
Tu madre puede estar o no de acuerdo con alguna de tus decisiones. Pero cuando habéis alcanzado este nivel de confianza, ella te va a respetar y estar a tu lado en todo momento. Amiga o no, el amor de una madre por su hija es incondicional.
Lo que cambia es que, además, no va a haber reproches, ni regañinas, ni se va a poner en plan
“ya te lo advertí”
Una madre-amiga te consolará, te acompañará en esos momentos de bajón y ya dejará los consejos para cuando estés en condiciones de aceptarlos.
En estas relaciones, no hay obligaciones porque no hay miedo a perderse la una a la otra. Sabes que, hagas lo que hagas, tu madre no te dejará abandonada en la estacada. Aunque haya enfados, tienen las horas contadas.
Aburrirse, una palabra fuera de tu vocabulario
Son innumerables las actividades que tu madre y tú podéis compartir. Con la seguridad de que tienes un hueco reservado en su agenda. Porque sacará tiempo de dónde sea para estar contigo en cuanto se lo pidas. Olvida los fines de semana sin planes, las vacaciones que acaban convertidas en rutina.
Ir de compras, al cine, al concierto de tu grupo preferido. O acompañarte a esa prueba para que te admitan en el equipo de tus sueños, entres en el grupo de teatro que te gusta, en la banda de música o la academia de danza que deseas.
Tan nerviosa como tú y, a la vez, dándote todo su apoyo para que no estés insegura y tengas confianza en ti misma. Nadie te conoce tanto y puede ayudarte a conseguirlo.
Qué me dices de esas tarde lluviosas en las que ningún plan encaja. Nada por lo que preocuparse. Una buena fuente de palomitas o un helado de esos de tamaño “super” para compartir.
Sofá, mantita y enfrente la tele con una de esas películas romanticonas o una comedia para no parar de reíros juntas. Son momentos únicos que unen más de lo que parece.
Ya ni te acuerdas de lo que es una pelea o un castigo
Esta es probablemente una de las mayores ventajas, aunque a menudo nos olvidemos de destacarla. Cuando recuerdas algunos años atrás, en los que era imposible mantener una conversación tranquila con tu madre sin que aquello acabase en una discusión a grito pelado, en la que el punto final era una frase del tipo
¡Porque soy tu madre y punto!
Por supuesto, todo acompañado del consiguiente castigo sin salir con las amigas, sin poder usar el móvil vamos, directos a lo que más te dolía.
Ahora, con esta relación madre-amiga, tu casa se ha convertido en una balsa de paz. Se habla, se comenta, se aconseja, pero todo en un tono conciliador, buscando el acuerdo en las situaciones en las que las opiniones son distintas.
No todo es perfecto pero el clima de confianza y respeto permite que sea más razonable el diálogo
Es, sin duda, una situación ventajosa para las dos. Porque las madres, pese a lo que parezca, lo pasan fatal cuando tienen que ponerse en plan autoritario. Que sus hijas las escuchen, que les interese su punto de vista es uno de los mejores regalos para una madre.
Todo esto influye más de lo que imaginas en muchas otras situaciones. Por ejemplo, no tendrás ningún reparo en traer a tus amigas a casa, porque sabes que tu madre no te “avergonzará”. No aprovechará ese momento para sacar tus trapos sucios o para presionarte sobre algún tema delicado.
Consejos que funcionan
No nos vamos a hacer trampas a nosotras mismas, una relación de amiga de verdad con nuestra madre no se alcanza sin algún tipo de esfuerzo. De hecho, cuando eches la vista atrás, te darás cuenta de que ha sido el resultado de haber puesto todo el empeño en ir mejorando cada día.
Lo esencial es tener claro que se quiere llegar a este punto e ir limando roces y problemas para conseguirlo. Sin duda, el resultado merece la pena, el mejor de los regalos para una madre, es el aprecio y el cariño de sus hijos.
Siempre cómplices
Para las que estáis en ese punto de inicio o aún no habéis consolidado los avances, os dejo unas ideas que siempre funcionan. Lo mejor es que las repaséis las dos juntas, porque es imprescindible que os sintáis cómplices en esto.
Evitad en lo posible juzgaros. Va muy bien ponerse en la piel de la otra, recordando que se tienen circunstancias y realidades distintas.
Nunca hay que cerrar la vía de la comunicación. No hay que suponer que la otra sabe qué sentimos o cómo somos, en muchas ocasiones, es mucho más eficaz decírselo que esperar a que lo adivine. Y, sin miedo a ser la que da el primer paso.
El resentimiento es uno de los peores enemigos. Nada de guardarse sentimientos, los recelos y venganzas acaban por minar la relación.
Tomar una postura proactiva. Se trata de pensar qué es lo que puede hacer una misma para mejorar la situación o arreglar ese problemilla concreto. Fuera comodidades y actitudes de espera.
Recuerda que tienes mucho que ganar y nada que perder en esta batalla. Una vez alcanzada esa relación especial con tu madre, ya no habrá marcha atrás. Así que, si no lo habías pensado, es el momento de ponerte a ello.
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