Se lleva muchísimo tiempo incidiendo en lo peligrosos que pueden ser algunos regímenes hipocalóricos o con déficit de nutrientes para la salud del ser humano. Los riesgos pueden ser muy diversos, aunque sin llegar a los casos extremos de desnutrición y alteraciones metabólicas, también se puede hablar de otros ejemplos que pueden hacer que terminemos fracasando en nuestro empeño por perder peso.
Por ello, cuando tenemos en mente bajar una cantidad considerable de kilos, es crucial ponernos en manos de un especialista en dietética o nutrición para que sea él quien personalice las mejores pautas a seguir para poder perder peso sin poner en peligro nuestra salud.
¿Por qué es malo adelgazar rápido?
Todos hemos leído alguna vez con cierta esperanza, una de esas dietas milagrosas que aseguran la posibilidad de perder dos o tres kilos, e incluso más, a la semana. Sin embargo, todos los expertos aseguran que esa cantidad es la que se debe reducir en un mes más o menos.
Esto encuentra su razón de ser en que si reducimos drásticamente la ingesta de calorías, nuestro organismo activa sus defensas, pensando que está en un periodo de ayuno, por lo que al abandonar la dieta puede producirse el llamado 'efecto rebote' e incluso ganar más peso del inicial y que luego es más costoso de reducir.
Además, hay que tener en cuenta que todos, tengamos un mayor o menor sobrepeso, necesitamos unos nutrientes básicos, que engloben todos los grupos (vitaminas, proteínas, hidratos, glúcidos, lípidos...), por lo que si privamos a nuestro cuerpo de alguno de ellos, pueden producirse problemas de desnutrición que vayan mermando nuestro organismo a medio y largo plazo.
¿A qué riesgos nos podemos exponer?
Sin duda, a pesar de que resulte excesivo, el mayor riesgo es la desnutrición y la pérdida de masa muscular que puede desembocar en un episodio trágico como una parada cardíaca. A esto, hay que sumarle los tristemente populares trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, donde el tener un peso 'ideal' puede convertirse en una obsesión fatal.
A éstos, o quizá como consecuencia de éstos, se unen una serie de trastornos que pueden ser acusados en mayor o menor gravedad según el daño que nos haya podido provocar una determinada dieta. Algunos de ellos están relacionados directamente con nuestro metabolismo, como ausencia de la menstruación en las mujeres, dolores continuos de cabeza e incluso afecciones de la piel.
Otros, irremediablemente, van concatenados a nuestro estado de ánimo, pudiendo provocar una pérdida del apetitito sexual, estados depresivos y/o de ansiedad, irritabilidad o cambios de humor, y afectar gravemente a nuestra personalidad y a nuestras relaciones interpersonales.
Por todo esto, y porque está comprobado que de seguir una dieta sin control no se obtienen resultados satisfactorios en la mayor parte de los casos, tener la salud como prioridad a la hora de hacer un régimen y dejarnos guiar por profesionales debe ser una premisa básica a la hora de plantearnos perder peso.