Hoy en día, la importancia de la apariencia personal hace que se de demasiada importancia a la belleza y, aunque es cierto que las mujeres vivimos más pendientes de nuestra imagen, los hombres cada vez se preocupan más por tratamientos estéticos.
Desde siempre, la pérdida del cabello ha sido uno de los grandes complejos con los que han tenido que cargar la población masculina. Muchos, la consideran como un auténtico castigo, incluso pueden llegar a sufrir depresión.
No se acude a un profesional de la medicina porque se piensa que no tiene remedio pero, aunque no hay que fiarse de los supuestos productos milagrosos que nos venden por televisión, existen muchos tratamientos médicos que previenen e incluso reparan los daños causados por esta patología.
Un diagnóstico sencillo
Ante los primeros síntomas, hay que reaccionar con rapidez. Es importante que nos pongamos en contacto con un dermatólogo para que realice las pruebas necesarias y así, poder conocer el tipo de calvicie que sufrimos. Cuanto antes se diagnostique mejor, ya que es más fácil frenar la recesión capilar que hacer que vuelva a crecer, de hecho, la pérdida total es prácticamente imposible de reparar.
El especialista realizará al paciente una exploración visual para comprobar el estadio en el que se encuentra la alopecia. Es posible que solicite una biopsia del cuero cabelludo con el fin de reunir los máximos datos posibles para estudiar el caso. Por medio de una serie de preguntas, el médico podrá establecer unas causas y un método de actuación. Es importante anotar los factores hereditarios, las enfermedades que haya sufrido el paciente, el aspecto del pelo, la medicación que ha tomado o que aún toma, el abuso de tintes y de secador, etc. Cualquier dato ayudará al diagnóstico.
Tratamientos efectivos
Dependiendo de cómo de avanzada esté la calvicie, el tratamiento se basará en medicamentos para reforzar el cabello y fomentar que se regenere, o en técnicas más agresivas como inyecciones o cirugía. También podemos por la solución tradicional: la peluca.
Los fármacos que se han desarrollado en los últimos años traen consigo nuevas fórmulas que aseguran un amplio porcentaje de éxito si se es regular en el tratamiento. Es el caso de la finasterida, que frena la caída del cabello y, en ocasiones, consigue revitalizarlo para que vuelva a crecer, y aunque no se obtienen resultados inmediatos, es uno de los más eficaces en varones con el tipo androgenético. De manera muy similar actúa el minoxicil, una solución tópica que está especialmente indicada para alopecias pequeñas, en las que la zona despoblada es menor.
Si no le tenemos miedo al quirófano, la cirugía aporta innovadoras técnicas que restauran el cabello y que aseguran su duración permanente. Es el caso de los injertos, donde se emplea el mismo pelo del paciente para reimplantarlo en aquellas zonas donde ha actuado la calvicie. Las desventajas de esta operación son que resulta muy dolorosa, aún utilizando anestesia, y que el postoperatorio puede ser complicado. Otro tipo de técnicas con bisturí son la reducción del cuero cabelludo, que se encarga de unir al máximo aquellas zonas que aún no han perdido densidad capilar, o el transplante de piel con cabello, que directamente se implanta en las zonas calvas.
Cuidado con las fórmulas mágicas
La angustia por la pérdida del pelo puede llevar a probar cualquier tipo de remedio. Ante estos ungüentos o pócimas 'crecepelo' hay que actuar con conciencia. El único método que podemos aceptar como válido en el tratamiento de la calvicie es aquel que ha sido prescrito por un médico, no por un laboratorio cosmético. En el mercado existen gran cantidad de lociones que prometen una melena larga y sana en un tiempo récord, pero las denuncias superan en número a las marcas comercializadas de estos champús milagrosos.
También existen otras técnicas de las que no se han obtenido todavía resultados suficientes y por lo que su efectividad no se puede avalar. Se trata de masajes capilares, tratamientos con láser o la utilización de electrodos para estimular la actividad de los folículos pilosos.