El post de hoy va dedicado a esa tendencia que resurgió de sus cenizas el otoño-invierno de 2012/2013, rescatada por Versace en su faceta más gótica.
Y es que, ya en los 90, las cruces se convirtieron en todo un icono de la moda que llegaron agarrados de la mano de celebrities como Brenda Walsh y Kelly Taylor, Winona Ryder... o incluso con el aspecto introvertido de Wino, copiado por todos los fans de Tim Burton.
Pero realmente ¿sabemos lo que llevamos puesto? La cruz es un símbolo universal tan antiguo como la humanidad misma. Esta nació del círculo; ambos símbolos, cruz y círculo, representan la idea de viaje. Un viaje cuyo punto de partida es siempre uno e igual. Un lugar del que partimos, para volver a volver.
No se trata de un símbolo propiamente cristiano como muchos creen, pues en la cuna de nuestra civilización (Grecia o Mesopotamia) también estaba presente. En la India, Egipto, China, en las culturas preincaicas, o en la Europa Neolítica y en el mundo Celta, la cruz siempre fue un símbolo principal.
La cruz es una señal, una coordenada, un encuentro, un contacto o cruce entre dos grandes valores de la existencia: la materia, el tiempo, la limitación (representada por su eje horizontal, femenino); y el espíritu, el espacio, la libertad (representada por su eje vertical, masculino). En ella así, se manifiesta una función de síntesis. Es un símbolo de unión entre lo eterno y lo efímero, cuya imagen vertical nos sirve de escalera o montaña; o que también podríamos ver como unión entre cuerpo, mente y alma.
Representa pues el concepto de vida inagotable, vida cíclica, que equivale a inmortalidad. Aunque esta inmortalidad la entenderemos como perduración de la esencia aunque la persona evolucione físicamente.
Los símbolos son tendencia, y lo sabemos; pero no olvides salir de casa sin antes saber qué llevas puesto, la ropa que nos ponemos dice más de nosotros de lo que podemos llegar a saber incluso nosotros mismos.
Falda: MANGO
Clutch: Bershka
Top: Primark
Con amor... Lolemma
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