Una Prueba de Vida: Emigrar

Puedo decir con toda certeza que de todas mis experiencias esta ha sido la más retadora, la más intensa y la más exigente. No importa cuantas veces estudies el plan y que tan preciso sea, al final el camino siempre será incierto.

Ser inmigrante es una etiqueta difícil de ocultar, se nota en tu acento, en tu color de piel, en tu forma de ver la vida, tu manera de pensar, tu sonrisa y hasta en la forma en que caminas.

Cuando salí de mi país no sólo emprendí rumbo hacia tierras desconocidas, sino que además inicié un viaje introspectivo, de auto-descubrimiento, un camino interno hacia la esencia de mi ser, en el que me ha tocado encontrarme conmigo misma y con los fantasmas de mis miedos.

La historia no termina al salir… Apenas comienza

Quienes huimos de la violencia, el hambre, la miseria y la desigualdad, sentimos que al poner un pie fuera nos hemos liberado del yugo. Y es verdad, somos libres para comenzar de nuevo. Pero así como a los escritores les cuesta terminar de escribir una página, también a los inmigrantes nos cuesta empezar una bonita historia a partir de un triste comienzo.

Y no digo que todas las experiencias sean trágicas (aunque la mayoría han sido duras) pero lo reconfortante es que en casi todas hay un final feliz (espero también haya uno para mi) es allí donde trato de buscar la fuerza y el valor que necesito para continuar.

Hace poco más de un mes inicié mi viaje y confieso que ha sido abrumador desde el primer momento, ni siquiera tengo la certeza de haber encontrado mi lugar. Sin duda, es cierto que emigrar no es para todo el mundo (ahora más que nunca lo entiendo) y que es tan valiente el que se va como el que se queda. Ambas son sensaciones de duelo profundo, estados de lucha y aprendizaje que transforman, cambiando tu esencia y la forma de ver la vida.

De emigrar aprendí

Que más allá de un viaje es un proceso de transformación, donde jamás vuelves a ser quien eras al momento de partir.

Que significa enfrentarte a tus peores enemigos, aún cuando seas tu mismo.

Que la soledad toma otro rostro, y aunque estés acostumbrado a ella puede volverse incómodo, desolador.

Que debemos ser cuidadosos con nuestras palabras. A veces decimos que estamos
dispuestos a hacer lo que sea, hasta que aparece LO QUE SEA.

Que tus sentidos desarrollan una memoria propia muy aguda. Un aroma, un sonido, un sabor, pueden transportarte a recuerdos que ni siquiera sabías dentro de ti.

Que puedes extrañar a personas o cosas que nunca imaginaste, como también te da la oportunidad de soltar aquello que creías vital e indispensable en tu vida.
Una de las personas más queridas en mi vida me dijo: “En las adversidades está nuestra grandeza de fe y descubrimiento interno”. Confiar en que todo estará bien se ha convertido en mi tarea del día… todos los días.

Cada historia es distinta y cada quien inicia a su manera su propio camino, pero aunque algún día volvamos a nuestra tierra amada, la transformación de nuestro ser continuará en su propio viaje sin retorno.

“Todo gran viaje inicia con un primer paso”

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Fuente: este post proviene de El Blog de Mayita, donde puedes consultar el contenido original.
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