Digamos que casi casi retomamos rutina la semana que entra.
Curro y madrugones, pero también visitas de gente muy querida, playita y rutas culturales que diluirán el color gris de la vuelta al cole.
Mientras cojo fuerzas y me desperezo de un verano que no parece terminar, se me antoja enseñaros el recogido que me hicieron para la boda más tierna del mundo.
"Yo antes de peluquera, fui banderillera" me decía la dueña de la peluquería de Villanueva del Pardillo. Yo me reía por la ocurrencia y porque esa mañana era de risa fácil por la falta de sueño. Mientras, clavaba más y más horquillas. La noche anterior habíamos tenido preboda y había dormido fatal.
Le había enseñado un par de fotos de mi carpeta estrella de Pinterest con el recogido boho que quería emular. Ese proceso de hacer entender lo que quieres y que el otro (el peluquero) lo comprenda y "lo quiera comprender", a veces tan complicado...
Pero esta vez no lo fué. La tía entendió lo que yo buscaba.
Fue sencillo, rápido e indoloro, aun habiéndome clavado tanto hierro. Gracias a él, el recogido soportó una reconfortante siesta antes del eventazo.
Los pantalones anchos con caida, el kimono y la camisa pedían un recogido con aire romántico, nada despegado de la cara ni de la nuca.
Para rematarlo, mi amiga Pau me prestó este precioso tocado de Bruna que puede lucirse en diferentes lugares, como por ejemplo sobre la cabeza a modo de coronita o a una lado. Como la ceremonia era de tarde noche, creí más apropiado usarlo a modo de prendedor, puesto que a estas horas no es aconsejable usar algo demasiado voluminoso.
Pau lo usó también así en una boda.
¡Espero que os guste!
Gracias y gracias por vuestro cariñosos comentarios. Ya sabéis, son mi alimento :)