When everybody is saying that something is great, your expectations grow in a direct proportion. Unfortunately sometimes, when you try it yourself, your opinion can be very different. That"s what happens when talking about movies and, in my case, Questbars.
Para poneros en situación, las Questbar son unas barritas de proteínas perfectas para tomar como merienda porque se pueden llevar en el bolso a cualquier sitio, tienen mucha variedad de sabores y unos 20 gramos de proteína por unidad (muy buena cantidad). Apenas tienen 1 gramo de azúcares y no llevan edulcorantes artificiales, y sin embargo tienen nada más y nada menos que 17 gramos de fibra. Sascha Fitness, a la que sabéis que adoro y sigo casi con devoción, no deja de alabarlas diciendo que están deliciosas.
Como comprenderéis, me moría por probar las famosas barritas. Sin embargo, no son fáciles de encontrar en España. Al final di con una tienda online de productos de suplementación dietética y para deportistas y gente del fitness que casualmente tiene tienda en Granada y tenía las Questbar. Aparte de comprarme unas proteínas en polvo de las que ya os hablaré y que me encantan, me llevé varios sabores de las Quest: cookies, crema de cacahuete y chocolate, y rollo de canela. A 2??? y algo cada barrita, o sea que baratas tampoco son.
Mi sorpresa fue cuando probé la primera de ellas. Imaginad la situación: espero ansiosa la hora de la merienda, para cogerla con ganas. Elijo cuidadosamente cuál de ellas será la primera que pruebe. Abro el envoltorio con delicadeza (después de haberme empollado todos sus valores nutricionales). Cojo un extremo de la barrita para partir un trozo pequeño por aquello de no comérmela a lo bestia -que no estaba sola en casa- y... y... no hay manera. No se puede separar un trozo. Es imposible. ¿Habéis visto esos anuncios de Pattex No Más Clavos? Pues esa pasta parece. Si no es a bocados o retorciendo la barra, no se puede coger una porción. "Bueno -me dije- seguro que su delicioso sabor compensa esta extraña textura". Sí, claro. Seguía siendo como el Pattex No Más Clavos (o eso creo, porque no lo he probado). Se pega a los dientes más que los caramelos aquellos de toffee de cuando éramos pequeños, pero sin el buen sabor. Apenas saben a lo que se supone que tienen que saber. Y comérselas es un suplicio, la verdad.
La segunda barrita que probé, la de crema de cacahuete con chocolate (fue otro día, no penséis que fue todo el mismo), la calenté unos segundos en el microondas como Sascha dice que hace para que estén más buenas aún. Se pegó al plato. Tuve que rascar con las uñas para comérmela. Y seguía igual de mala. Qué decepción, por dios.
En fin, que aquí me tenéis, merendando mi Questbar de rollo de canela, metiéndome el dedazo en la boca a cada rato para despegarla de las muelas (porque no las pienso tirar, bonica soy yo) y pensando que me quedan dos más en casa. #maemia
Conclusión: cuando queráis tomar proteínas como snack, dejaos de barritas y su **** madre. Un poco de crema de cacahuete, unos frutos secos, un poco de pechuga de pollo o pavo... Lo natural siempre (o casi) es mucho mejor.