A mediados del siglo pasado la industria de la moda vivió un auge importante haciendo que en los sesenta las prendas pasaran de ser hechas a mano en los talleres a ser producidas en fábricas textiles y a la producción a gran escala. Entre otros cambios, esto provocó que la moda pasara de solo estar presente y ser algo importante en los salones y eventos de la élite, a poder formar parte del público en general, a tener gran repercusión social con las pasarelas y su generalización como exponente más destacado.
El pret-à-porter, o listo para llevar, hace referencia a aquello que vemos por la calle, que podemos adquirir de manera sencilla, con ello nos referimos a que no debemos ir a un taller para comprar unos pantalones que nos gusten, para eso están las tiendas, resultado final y la consecuencia directa del consumo de masas.
Los grandes diseñadores al crear su colección hacen dos líneas distintas pero bajo un mismo patrón, las dos siguen la misma tendencia pero una la llaman privée y la otra pret-à-porter, ellos mismos marcan la diferencia que podría parecer un poco elitista pero, la realidad es que se ha producido una adaptación a los nuevos tiempos, al cambio que ha experimentado en cuestión de 50 años la palabra moda, y están ofreciendo que todo usuario pueda tener a su alcance lo que desee, sin necesidad de gastarse cantidades ingentes de dinero y sin tener que envidiar a modelos por sus atuendos inasequibles.
Finalmente, otro gran hito de esta línea de diseño son las colaboraciones con marcas low-cost como en el caso de H&M o Mango donde hacen campañas especiales de grandes diseñadores para que todas podamos lucir como estrellas por un módico precio y adaptado a ser usado en nuestro estilo de vida urbano.