Por algo así está pasando Kim Kardashian quien recientemente lanzó una línea de ropa interior, específicamente de fajas, que registró con el nombre de Kimono, como la prenda tradicional japonesa que representa gran parte de la cultura nipona.
Según la socialité lanzar la marca bajo ese nombre fue una forma de hacer homenaje a la prenda que celebra y estimula la forma y las curvas de la mujer, sin embargo, los japoneses no podrían estar más enojados con la apropiación cultural de la prenda, pues para ellos, es todo lo contrario.
En su cultura, el kimono está asociado con los momentos más especiales de la vida. Las mujeres casadas no usan el mismo kimono que las solteras, tampoco se lleva el mismo kimono en una boda que en un luto, por ejemplo.
En redes sociales, los usuarios se han manifestado bajo el hashtag #KimOhNo para que la empresaria cambie el nombre, sin embargo, ella no ha dado señales de hacerlo.
La apropiación cultural, en pocas palabras, es cuando se adoptan aspectos de una cultura que no es la propia.
Te preguntarás, ¿qué tiene de malo eso? Que, en la mayoría de las veces, se da cuando grupos dominantes se apropian de rasgos de las culturas que han sido oprimidas históricamente.
En resumen, en el caso de Kim Kardashian, lo que indigna en el país oriental es que use la apropiación cultural para generar ganancias para beneficio propio, además de que (aunque parezca increíble), desde ahora podría haber personas que en lugar de asociar la palabra kimono a la prenda tradicional, lo hagan con la línea de lencería de la socialité.